El Jueves 31 sufrí una tremenda frustración cuando por más que busqué no vi mi nombre entre los que habían recibido sobres del Sr. Bárcenas. Creo que muchos nos lo merecíamos mucho más que los afortunados a los que les tocó sobre en esa deshonesta Lotería Nacional de la Indecencia.
Esta semanita ha sido como para decir aquello de “Apaga y Vámonos”. Creo que a nuestra clase política ya no le queda más remedio que plantear una especie de RESET de la Política y la Administración de este país. Porque el problema de la corrupción y las corruptelas, todo y con ser inmenso y vergonzoso es solo parte importante de la problemática general, pero hay más, mucho más. Hay una reforma a fondo de la Administración Pública permanentemente aplazada a pesar de que en comparación con la del siglo XIX y el famoso “venga usted mañana” ha avanzado solo una pequeña fracción de lo que debía haberlo hecho, se mantiene en unos niveles de ineficacia inaceptables, demuestra cotidianamente un desprecio absoluto al ciudadano y con excesiva frecuencia esta falta del más mínimo sentido de la responsabilidad. Tenemos una Justicia que no para de cometer tonterías y barbaridades, desde los Altos Tribunales a los Juzgados de Instrucción, y solo hace falta repasar cualquier ejemplar de cualquier periódico de cualquier día para tener buenos ejemplos de fallos judiciales absolutamente incomprensibles e increíbles, desastrosa Justicia que ha hecho de España el paraíso de los mafiosos de todo el mundo, hasta el extremo que existen países como el Reino Unido que tienen más miembros de su policía controlando y observando los movimientos de sus mafiosos en Marbella que en funciones corrientes en una ciudad pequeña de su propio país. Justicia que tiene la base de su desastre en el hecho que con demasiada frecuencia no toma sus decisiones en base a la Ley sino a la Política.
Al morir Franco, Las Cortes, el simulacro de Parlamento de entonces, por supuesto estaban constituidas por diputados nombrados a dedo por el dictador, pero aquellos herederos de una dictadura fueron capaces de votar a favor de su propia extinción para ser sustituidos por un Parlamento y un Senado democráticos y basados en el sufragio universal. Nuestros políticos actuales deberían hacer ahora algo parecido para conseguir que este país avance hacia una democracia más directa, donde la ciudadanía esté mucho más implicada que lo poco o nada que lo está ahora, se voten personas y no partidos, la trasparencia sea norma y se pueda tirar a la basura la corrupción, la Administración ineficaz, la justicia cachonda, y de paso los partidos como monopolizadores de toda actividad política, pero no tengo ninguna esperanza de que los políticos actuales actúen movidos por las necesidades y el interés del país como lo hicieron la mayoría de los diputados franquistas, porque estos días todos hablan mucho, algunos hacen auditorias al estilo Bankia, otros proponen un gran pacto contra la corrupción para tener entretenido al personal y, al estilo Gatopardo, todo cambie para que todo siga igual, otros montan conclaves de los distintos estamentos de la Justicia para que hagan propuestas contra la corrupción, como si no estuviese más que claro lo que hace décadas que se tenía que haber hecho, pero todavía no he oído ni una sola propuesta seria que tenga por objeto veraz acabar con la corrupción. En fin, lo dicho, Apaga y Vámonos.