Se hicieron preparativos para el evento, y una vez que llegó el día, el primer cura se acercó al altar. Este, astuto y rebuscado, comenzó la misa diciendo nada más y nada menos que "Ite, Missa est", fórmula litúrgica que da por concluida la ceremonia religiosa. Todos quedaron admirados por la brevedad de la intervención del cura, y su contrincante, que sabía que no había manera de superar esa misa tan breve, se acercó al monaguillo y dijo: "¡apaga y vámonos!, que ya está la misa dicha".
Pues sí, es este simpático cura, quien sin esperanzas de conseguir la plaza para sacerdote, nos ha transmitido esta expresión que usamos para dar por finalizado cualquier evento. Y este pequeño artículo esta llegando a su fin... ¡Apaga y vámonos!
Miriam Fopiani