Maryclen Stelling.-
La verdad -devenida en arma política de eliminación del otro subestimado, denigrado y odiado- se desprecia, desvaloriza y tergiversa.
Vivimos la guerra de la verdad asentada en la manipulación de la credibilidad y la intoxicación informativa. Guerra donde estamos abocados a hacer prevalecer nuestra versión de los hechos y la legitimidad de los actos. Donde la sobrevivencia se procura aferrándonos a una supuesta verdad en búsqueda de la consonancia cognitiva. Sin duda un problema de ética y política.
Condición que se agrava con posterioridad al “apagón”. Hecho que, indudablemente, ha profundizado la crisis, tal como se expresa en la cotidianidad, en las narrativas políticas y relatos transmedia. “Pensé que ya estábamos tocando fondo, pero después me di cuenta de que estamos aún peor. El apagón solo fue un abre boca para lo que falta y que esta crisis no tiene fin”
Tal como se desarrollan los acontecimientos y dado el manejo político de la crisis, estamos frente a la posibilidad real de un escenario de violencia, con nocivos efectos sobre cualquier espacio de rencuentro, reconocimiento y camino a la paz. Marco confrontacional, donde, al igual que ha ocurrido en otros países de la región, se fortalece la máxima “Ni olvido, ni perdón, ni reconciliación”.
No será fácil superar la confrontación que vivimos y alimentamos activamente. No será fácil deponer la violencia, el empeño en eliminar al otro e imponer a cualquier precio “nuestra” versión de actos, sucesos y legitimidad de los mismos. No será fácil confiar en el otro estigmatizado, en el adversario, en el enemigo a muerte… Nos espera un gran reto en cuanto enfrentar la resistencia de la confianza ciudadana, aferrada a su verdad y negada a aceptar cualquier otra versión.
La crisis agravada por el reciente apagón ha iluminado y despertado la necesidad de revisión y reconocimiento del otro. En las redes surgen voces que lanzan una voz de alarma. “Valorar, aprender y entender que cualquier cosa puede pasar en nuestro país, y que si es posible estar unidos sin importar el vínculo, tendencia, religión, debemos de revisarnos y mejorar como personas.”
Hay que erradicar el miedo y extirpar el odio; restablecer relaciones de confianza y solidaridad para reencontrar un sentido de país, al igual que crear las condiciones para un proyecto colectivo nacional.
Maryclen Stelling
@maryclens
Revista América Latina
Sus últimos artículos
-
Columna de Juan Martorano Edición 279: Planes militares por parte de Venezuela para recuperar la Guayana Esequiba. Tercera parte
-
El pensamiento vivo de Ramón Losada Aldana
-
Punto Crítico | El juramento de Chávez en el Samán de Güere
-
Punto y seguimos | Siria, el desguace