Revista Insólito

Aparecer en el documento nacional de identidad con un colador en la cabeza o formas estúpidas de protestar

Publicado el 21 agosto 2013 por Iris Bernot @irisbernot
       Hoy es mi cumpleaños, (ya sé que no tiene nada que ver con esta entrada, pero me hacía ilusión decirlo). Cada año tengo la lengua más larga y más viperina, ya veis. Bueno, dicho esto, a lo que vamos, que si no, no arrancamos... Mientras el mundo se parece cada vez más a un gran estercolero lleno de hambruna, suciedad y falta de oportunidades, hay gente que no sabe que hacer para llamar la atención. Un checo llamado Lukas Novy se puso a protestar porque los laicos no pueden lucir cosas en la cabeza en las fotos del documento nacional de identidad como los creyentes de algunas religiones, y se declaró seguidor de una nueva religión llamada "el monstruo del espagueti volador" ( buooooooo) cuyo tocado en la cabeza es un colador para pasta italiana.
Este señor de protesta inteligente y relevante para el mundo se colocó un colador en su cabeza llena de grandes ideas y se hizo la foto del documento de identidad de su país con él. Pues muy bien por él, "chachi piruli", oye, eso es importante, quejarse por no poder llevar gilipoll... en la cabeza en las fotos oficiales, claro que sí. Para qué protestar por el hambre, la guerra, la falta de oportunidades, la desigualdad, etc... cuando puedes protestar por no poder ponerte en la cabeza en las fotos oficiales una cafetera o una mesa pequeña, de esas que se ponen como decoración en los salones y que nadie sabe porqué están ahí ni que necesidad hay de tenerlas.      A partir de ahora vamos a tener que ponernos a protestar por tonterías, y cuanto más tontas sean, mejor que mejor. Yo tengo unas cuantas cosas en el punto de mira porque no estoy muy contenta con ellas y a lo mejor debería empezar a reivindicar mi derecho a que las cambien. Me parece mal tener que esperar mi turno en las tiendas detrás de la típica señora que paga con mil monedas que tiene escondidas por los bolsillos, por ejemplo, y podría protestar por eso pagando en las tiendas con sacos llenos de monedas de un céntimo y cosas así, ¿porqué no? Tampoco estoy de acuerdo con que tenga que devolver los libros a la biblioteca en un determinado plazo, ¿que tal si me los quedo indefinidamente?, total, para lo sucios y en mal estado que los tienen, estarían mejor en mi estantería, limpitos y mimados como nadie. Tampoco estoy de acuerdo en que anuncien en la televisión cosas que yo no utilizo ( maquinillas de afeitar barbas, cremas para hombres con bigotes, cosas así...) y creo que debería tomar medidas al respecto. ¿Que tal si me ato al poste de alguna empresa de publicidad hasta que todos los anuncios versen sobre mi persona o traten sobre productos de los que yo soy potencial compradora?        Nunca he entendido la queja por la queja, la verdad. Siempre he detestado a esa gente que se pasa el día quejándose por cosas sin sentido y llorando por estupideces varias, hasta sin lágrimas muchas veces, que ya es para pensárselo. Mientras hay personas que luchan por sus vidas en los hospitales o en sitios donde no hay agua potable ni comida o donde la posibilidad de que te maten es muy alta, hay otros que se pasan la vida  haciendo cruzadas de lo más bochornosas y estúpidas. Habrá quien diga que esto es una opinión radical y que todo es respetable, pero yo soy partidaria de decir las cosas como son y de que no todo es respetable, claro que no. ¿Es respetable todo aquello que atenta contra los derechos humanos por ejemplo? Pues no. Me gustaría saber que daño le hace a este imbécil el hecho de que la gente que profesa una religión pueda aparecer en su documento nacional de identidad con algún accesorio típico de su fe, me encantaría saber en que lo discrimina eso a él. Este es el típico que cuando iba al colegio seguro que se quejaba porque al que era vegetariano no le daban carne y cosas por el estilo, seguro que se dedicaba a poner el grito en el cielo cada vez que había clases especiales para personas con problemas de aprendizaje porque esas personas tenían más horas de clase que él.      El mundo es un lugar heterogéneo donde conviven millones de personas entre las que existen muchas diferencias de todo tipo y si nos vamos a poner a pedir lo mismo para todos pues apaga y vámonos. Por la misma regla de tres, yo también quiero ir por la calle con un hábito de monja, un bastón aunque no lo necesite y un perro lazarillo aunque no sea ciega, me siento discriminada por no poder tener esas tres cosas, claro que si. ¿Qué es eso de que los ciegos tengan perros lazarillos y yo no? Me voy a encadenar a alguna asociación de ciegos para quejarme por ello o a pedir que me quiten los dos ojos para poder protestar por eso.         Este señor, el del colador en la cabeza, se creerá un gran héroe social, un pionero de la lucha social y política a la altura de Martin Luther King, Gandhi y Nelson Mandela. Creerá que está abriendo alguna puerta a la libertad o al entendimiento o algo así, y que su gesto es tan fuerte y valiente como el de todos los que han sido encarceldos, torturados y vejados por defender los derechos humanos y la necesidad de no discriminación social, pero yo seguiré pensando que lo que ha hecho es una payasada inútil como cualquier otra. En fin, que como decía alguien a quien yo quería mucho, de tontos, tonterías.... 

Aparecer en el documento nacional de identidad con un colador en la cabeza o formas estúpidas de protestar

Aquí tenéis al gran héroe de las conquistas sociales del momento.


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