La Conselleria d´Educació de la Generalitat Valenciana ofrece al desventurado profesorado bajo su férula un curso sobre “Apariciones y milagros de Nuestra Señora” (“Nuestra Señora” no se refiere a la esposa de nadie, sino a aquella María que, con presunción de perpetua virginidad, es proclamada por la jerarquía católica “Soberana Emperatriz de Cielo y tierra”, “medianera de todas las gracias” y otras singulares finezas que allá cada cual con sus cadacualadas, yo ni entro ni salgo).
Dicho curso se impartirá (habrá quien acudirá, poseso barra posesa de santa devoción y nacionalcatólico furor) impulsado por los Centros de Formación, Innovación y Recursos Educativos (Cefire) de la Generalitat Valenciana; es decir, ¡en el Obispado de Alicante! Como todo el mundo sabe –o debería-, un obispado es, de consuno, el lugar más idóneo para impartir cursos oficiales de un gobierno autonómico dentro de un Estado aconfesional como es el nuestro. ¡Cuestión de sentido común, pardiez!
La Consellera d´Educació valenciana, doña María José Català, se ha superado a sí misma. ¿Querría emular, superar incluso, a la ministra de trabajo Fátima Báñez, en sus hervores rocieros, implorando a Santa María de las Rocinas que arregle el desmán del paro en España? ¿O al devotísimo Presidente del Gobierno Español, que se desvive por hacer una política “como Dios manda”? ¡Aquí hay busilis, maese Pérez! ¡Prorrumpamos en loas y cantigas!
Mucho me temo que al resto de autonomías le pique la antífona y, a no mucho tardar, vayan apareciendo cursos de semejante jaez: uno sobre las caras de Bélmez en Andalucía, otro sobre la virgen del Pilar en carne mortal en Aragón… Impartidos, claro es, por la simpar y piadosísima doña Carmen Ridruejo de Stilianopoulos, en el siglo Pitita.
Esta España aún nacionalcatólica es de traca. Mientras a sus señorías se les ocurren estas gracias propias de señoritos con los garbanzos a medio digerir y el puchero colmado, el sufrido pueblo español continúa padeciendo la peor crisis de nuestra historia, fruto del latrocinio perpetrado sistemáticamente por la gran banca, y las felaciones nosesisolamentevirtuales que a ésta le efectúa el gobierno de turno.
En la Valencia de la Junta de Fe, donde fue impunemente asesinado el maestro Ripoll, en la España inquisitorial martillo de herejes, en este sainete de curas y fachas se impone cada vez más la perentoria necesidad de la laicidad como única atmósfera que nos saque de esta demencial imposición del lodazal cristofascista.
¡Que venga Leo Bassi y lo vea!
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