Revista Cultura y Ocio
–¡Jesús Rodríguez! –grita el policía parado en la puerta de la oficina de aduanas. En su mano derecha sostiene un pasaporte, que golpetea sobre su palma izquierda. Desde la fila en la que esperamos el cruce de frontera se desprende un joven treintañero. Vestimenta deportiva, cabello largo atado formando una colita. En su nuca puedo ver el tatuaje de la clásica hoja de cannabis y varios piercings de colores brillan en sus orejas. De su hombro cuelga un bolso pequeño con inscripciones en inglés. Ingresa a la oficina de control y el policía entorna apenas la puerta. A través de la abertura, observo cómo lo requisan e interrogan. Pasados unos minutos, regresa a la fila con su pasaporte en la mano y una prenda amarilla escapando de su bolso mal cerrado. –Portación de cara– responde a las miradas inquisidoras de los viajeros. Unos metros detrás, espero tranquilo, enfundado en mi impecable traje azul y confiado en el doble fondo de mi maleta Samsonite.
© Sergio Cossa 2012
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