
Imagen extraída de galeria.dibujos.net
Ayudando recientemente a un familiar a rellenar un documento para la Seguridad Social (española), en el apartado de datos personales me encontré con una casilla que se me atragantó: “Apellido de soltera”, figuraba. Opté por dejar el recuadrito en blanco; aunque lo que tenía ganas de poner era: “el mismo, imbécil”.
Ya sé que en otros países es usual que la esposa adopte el apellido de su marido al contraer matrimonio. Vestigio del pasado que me parece intolerable a estas alturas. Como si la mujer fuera un apéndice del hombre, sin identidad propia. Por lo que me repatea que todavía aparezcan semejantes términos en documentos oficiales. Me suena a aquello de “Estado civil” y “profesión”, que figuraba no hace tanto en el D.N.I. donde a muchas sufridas mujeres no les quedaba otra que especificar: “casada” y “sus labores”. Como Dios manda, vamos.
Teniendo en cuenta el flamante gobierno central que tenemos ahora, tan dado a “contrarreformas”, donde lo primero que se recortan son los derechos básicos adquiridos por los ciudadanos a lo largo del tiempo (como, por otro lado, era previsible); miedo me da que a mis casi cuarenta años vaya a tener que volver a obtener el permiso paterno cada vez que quiera hacer cualquier gestión administrativa. Eso o pedir el matrimonio a mi pareja para figurar como su apéndice cuando tenga que rellenar algún papel.
En fin, que aquí me lo tomo a risa; pero lo que verdaderamente pone los pelos de punta es pensar que hoy en día muchas mujeres en todo el mundo siguen luchando por conseguir unos derechos mínimos que todavía están lejos de alcanzar. Y eso no tiene ninguna gracia.
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