He ido a mi primera cena de empresa en Milán. Bueno, en realidad no era una cena, sino un aperitivo, que sale lógicamente mucho más económico aunque también puede llegar a ser un poco riesgoso según mi teoría de los aperitivos que os paso a desarrollar:
Teoría de los aperitivos
TEORÍA DEL PELIGRO DE LOS APERITIVOS
En los aperitivos italianos, pagas un cócktel y tienes acceso a una barra libre de comida tipo buffet. Esto es maravilloso y uno de los grandes descubrimientos para todo el que llega a Italia. Sin embargo, mi experiencia me dice que en los aperitivos no comes tanto como si estuvieses cenando, sin embargo sí que bebes. Es decir, la combinación de alcohol-comida está mucho más desequilibrada en un aperitivo que en una cena por lo que según mi teoría, las probabilidades de acabar como una cuba son mayores en un aperitivo que en una cena de empresa.
Dicho esto, en un pequeño lugar cerquita a la Avenida de Buenos Aires, se celebró el esperado aperitivo de la empresa. Cuando eres el nuevo y apenas acabas de llegar a una compañía, siempre tienes la duda de si te aburrirás como una ostra, si te sentirás tan fuera de lugar que optarás por la retirada temprana o si, peor aún, te emborracharás y harás el mayor ridículo de tu vida.
Gemelas italo-españolas
He de decir que tuve mucha suerte porque me lo pasé como una enana. Lo bueno de una empresa donde casi la totalidad de trabajadores es gente joven hace que el ambiente en general sea mucho más divertido. Esto también se traslada a las cenas de navidad. Además, a parte de ser la nueva, yo contaba con un punto extra añadido que es el ser española. El ser extranjero es un plus porque eres exótico y despiertas atención, y encima los españoles son muy bien tratados aquí así que estuve muy a gusto. También me enteré de que me llaman “la gemela de Tania” que es mi compi. Ahí os he dejado la prueba.
Medí la ingesta de alcohol justo para divertirme pero no hacer el ridículo o metiendo la pata hasta el fondo como suele ocurrir en estas ocasiones, pero cuando creí que las tenía todas conmigo… algo salió mal.
Fue tarde, ya cuando había pasado el aperitivo y habíamos estado en un pub bailando y decidimos que era hora de irse a casa. Yo lógicamente no podía volver a mi aislada Lissone, así que mi querida Francesca me tenía esa noche en su casa y yo había ido todo el día con mi bolsita donde dentro estaban unos de mis vaqueros guays, una camiseta guay, un jersey tope guay, calcetines térmicos comprados hace poco y la ropa interior. Bien, pues esa bolsita con toda esa maravillosa ropa y el regalo de navidad que nos habían dado a los empleados no se despegó de mí hasta que llegué al último bar… Y cuando llegué a casa de Francesca me vino la terrible inspiración… NOoOOOOOoooOOOOooOOOoOOoOoooOOOOooOOOoOO…. Me he dejado la bolsa en el último pub!!!! NOOOOooooOOOOoooOOOoOOOoooOOoOooooooo……
Desolación tras descubrir que he perdido mi ropa
Mi cara de frustración debió de ser tal que Francesca me dijo: “volvemos al bar a por ello” pero claro, eso no lo íbamos a hacer porque estábamos muertas. Dormí con la esperanza de que al día siguiente llamaría y me dirían que ahí estaba, pero por la mañana el novio de Francesca me dijo: “¿que te has dejado una bolsa con ropa en el ATOMIC? Pues vete diciéndole adiós a tus cosas”. Y claro, no era ropa de esa a la que te da igual decir adiós… era ropa guay… era ropa a la que tenía cariño… ropa especial… de esa que te pones siempre porque te sigue encantando…
Tras un día un poco triste regañándome a mí misma por el terrible despiste… avergonzándome de tener que ir con la ropa del día anterior como si hubiese tenido una noche exitosa… esta tarde mi bolsita con mi ropita ha aparecido sana y salva!! He hablado por la mañana con el dueño del bar y esta noche la ha encontrado así que en algún momento recuperaré mi bolsa. Por lo tanto, esta será la cena de navidad en la que perdí mi ropa. Literal.
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