Revista Opinión
Ayer, Lucía-Lisístrata nos obsequió con una poema de Cavafis y yo soy tan temerario que respondo con uno mío. que acabo de escribir en su honor, sobre la marcha:
Desde los cielos más furiosos saltan
arlequines sangrientos mientras los dioses
siguen el camino del crimen
y la sonrisa ocupa la línea de la boca
de la Secretaria, que echa de menos
el olor de la pólvora todavía mucho
más que el sabor de la sangre.
Si las tetillas de Tiresias destilan
fluido y éste resbala por su arrugada
piel hasta el prepucio,
nada volverá a ser como antes
porque la muerte se ha cansado
de tantos desalojos
y sus cuencas se han llenado de sangre
de niños inocentes que no pueden llorar
porque las risas criminales han cerrado
sus ojos.
No hay paz en las tertulias
de la noche ni en las primeras páginas
porque los sicofantes han mordido
sus risas mientras vaginas ásperas
ya no arrancan arpegios de los cansados
penes, porque una densa nube de puñales
traspasa corazones demasiado sensibles,
mientras arcángeles furtivos truenan
más allá de la luz que se desprende
de los cielos heridos por tanto
dolor y todo no es más que ruïdo
de metralla quebrantando esa
delgada carne que ya no tiene hueso
que la apoye cuando las balas trazan
sus caminos de fuego y el león,
asustado, ya no puede rugir
porque el horror no cabe ya en el
hueco del mundo, después de que
los drones invadieran impunes
tantas veces el cielo de los sirios.