Revista Cultura y Ocio

Apocalipsis – @SrtaChinaski

Por De Krakens Y Sirenas @krakensysirenas

 ¿Qué hace una mujer como tú en un bar como este?

De algo te tienes que morir.

Pensaba que me fallaría el hígado, no el corazón.

Yo ataco al hígado también.

 Juegas fuerte, cielo.

 Esto no es un puto juego.

 Tranquila, Xena, será lo que tú quieras que sea.

 Eres un hombre sin principios, se te nota.

 Aun así, si me dejas, puedo darte un final feliz.

 No vas a follar esta noche. No te hagas ilusiones. Solamente voy a joderte.

 Es muy parecido, aunque no lo creas.

 Lo creo. Me excita tocar los huevos.

 ¿Quién te ha hecho tanto daño, muñeca?

 Aquí las preguntas las hago yo. Y pídele al gilipollas del camarero dos whiskies dobles. No creas que te va a salir barata la erección.

 ¡Camarero, dos whiskies dobles! ¿Sin hielo, cielo?

 Con hielo, me gusta comérmelos. Y no me llames cielo, soy una mujer de infiernos.

 ¡Con hielo!

 Gracias, tengo la boca seca y no puedo trabajar con la boca seca.

 ¿En qué trabajas?

 En darte una mala noche que te dure toda la vida.

 Estás muy segura de ti misma, o, tal vez, eres tan insegura que no te permites titubear.

 ¡Deja de decir gilipolleces! ¿Por qué coño llevas ese sombrero tan ridículo?

 Creía que me hacía interesante… pero veo que no.

 Te hace parecer más raro de lo que ya eres de por sí.

 A mí me gusta tu falda de cuero, conteniendo tus muslos, parece que hay algo muy bueno a punto de explotar ahí dentro.

 ¿Me estás llamando gorda, hijo de puta?

 No, tienes las medidas perfectas para volverse loco.

 Pues no te vuelvas muy loco aún. Veamos, ponte en la situación de que estoy casada y te pido que mates a mi marido a cambio de echarte un polvo.

 Mataría a cualquiera por meterme ahí.

 ¿Ves? Lo que yo decía, no tienes principios.

 Sí tengo principios, el primero de todos dice que debo hacer lo que sea por una dama en apuros. Seguro que tu marido es una mala persona, ¿te pega? ¿Te engaña?

 No, es un buen tío, es solo que no lo soporto. Es un cabrón que va por la vida como si practicase zen y, además, lee a Coelho.

¡Ah, cómo te entiendo! No soporto a la gente que no arruga nunca el ceño o con mal gusto literario. Ambas cosas deben ser insufribles. ¿Cómo lo haremos?

 ¿Lo haremos? No. Lo tienes que hacer tú. Yo no puedo matarlo, ya lo he intentado.

 Bueno… ¿cómo he de hacerlo entonces?

 Libre albedrío, yo te apunto la dirección donde se encuentra en una servilleta y ya tú improvisas. Eso sí, tienes que hacerlo bien. Ese pedazo de mierda debe de tener más vidas que un gato chino de la suerte.

Escribe algo en una servilleta, la dobla y se la mete a él en el bolsillo de la chaqueta.

 Ese roce me ha encantado.

 Si te portas bien, la próxima vez que nos veamos, va a haber fricción de la buena.

 A ver, ojos de pantera, lo de tu marido va en serio, ¿no?

 ¿Crees que es un puto juego? Mira, si no quieres me busco a otro con más huevos que tú, pero, en el fondo, me gustaba la idea de follar contigo. No estás tan mal después de todo. Además, no es tan difícil como crees; solo tienes que ir allí, él estará dormido, es muy recto con sus horarios. La puerta se abre fácil, una tarjeta de crédito valdrá, tú tienes cara de haber allanado muchas moradas. Si te quieres poner morado conmigo, lo tienes fácil, tú eliges.

 De acuerdo, maldita zorra, será como dices, pero quiero que me prometas que después de hacerlo podré reventarte. No pienso esperar, quiero hacerlo con el subidón.

 Si lo consigues, me pondré tan contenta que no podré negarme a celebrarlo como es debido.

 Voy a ello. ¿Cómo nos vemos después?

 No te preocupes, yo te encontraré. Estaré vigilando que todo vaya bien. Una última cosa: ¿es la primera vez que vas a matar a alguien? No pareces asustado.

 He matado a mucha gente en mi mente. Hace demasiado que no follo como para pensar en las consecuencias. La vida es hoy, cariño. Mañana podría estar muerto.

Se acerca a ella, le da un apretón de nalgas con ambas manos, aspira el olor de su pelo y se marcha.

Cuando llega al apartamento, abre la puerta sin mayor dificultad, la pelirroja tenía razón, no es la primera vez que lo hace. Todo está oscuro, entra sin hacer el menor ruido y se dirige hacia la habitación. Era un estudio pequeño, tal y como ella le había dicho, no tenía pérdida. En ese momento, se da cuenta de que no sabe cómo va a hacerlo. Estaba tan excitado con la idea del polvo que no había pensado en el arma. No debería haber bebido tanto, el puto alcohol hace que los detalles importantes pierdan trascendencia.

 Supongo que un tío que lee a Coelho y se acuesta a las diez de la noche no dará muchos problemas.  Se dice para sí mismo.  Lo haré con las manos. ¡Oh, sí! Con las mismas manos que luego fustigarán el culo de su mujer. ¡Coño, me estoy poniendo cachondo! ¡Voy a ahogar a este hijo de puta!  Se acerca a la cama y no ve a nadie. Mira a todos lados, nervioso. Detrás de él, una sombra de mujer lo apunta con una pistola.  ¿Cómo…?

 Eres un cabrón muy osado.  La pelirroja sonríe y dispara una vez  Quizá sí te merecías el polvo después de todo.  Dispara otra vez.  Me ponen los hombres como tú.  Dispara por última vez. Se acerca al cuerpo tirado en el suelo y le quita el sombrero, se lo pone y sale del apartamento que, por supuesto, no es el suyo, ni el de su falso marido. Se mete en el ascensor y levanta su falda de cuero, toca su sexo mojado y sonríe. Vuelve a bajar la falda y sale de allí contoneándose.

El apocalipsis es una mujer que sabe lo que quieres, te lo ofrece, te lo da a oler y, luego, te lo arrebata.

 No me llames cielo, idiota, yo soy una hija de Lilith.

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