Desconfíe si cuando le cuentan algo se lo describen cargado de adjetivos, es un viejo truco para acentuar la parte emocional del mensaje. Actualmente, con la tragedia que vive Japón, que va bien servido, se le está añadiendo el adjetivo “apocalíptico”. Un gran seísmo con sus réplicas, más un maremoto (tsunami me parece una cursilada de moda) no es moco de pavo. Los problemas de las centrales nucleares tampoco son mancos. Como creo, y sé por experiencia, que los medios exageran un poco cuando les conviene, no sé hasta qué punto Japón se encuentra inmerso en el apocalipsis de San Juan. Libro que dudo que hayan leído más de uno de los que escribe, radia o televisa. Por ejemplo, los cuatro famosos jinetes que cita son la victoria, la guerra, el hambre y la muerte. De momento, solo ha cabalgado uno a través de un seísmo y subido a una ola fuera de lo corriente.
Las informaciones sobre la radiactividad son hasta ahora confusas y como hay muchos intereses en juego es evidente que no pueden ser de fiar. Desde el propio gobierno nipón, pasando por el alarmismo francés (fabricante y vendedor de centrales nucleares), medios “verdes” y de otros colores, y así sucesivamente, todos tiene intereses y nos lo cuentan con los colores que les conviene. Otra vez adjetivos. Todo ello, precedido del miedo papanatas de la vieja Europa.
Me descubro ante el pueblo japonés de la forma que está afrontando esta catástrofe y les deseo lo mejor, porque lo merece. Espero no ver cómo reaccionaríamos en España ante semejante situación, aunque estoy seguro que usted ya se la imagina.
Y ya que este artículo va de apocalipsis, les voy a contar uno. Huracán Micht en Honduras y Nicaragua, más de 100.000 muertos. Ahí sí que aun cabalgan desbocados los jinetes apocalípticos. Del terremoto de Haití, cualquiera sabe.
Pero ya se sabe, ahora se lleva lo apocalíptico y Japón es muy televisivo.