La siguiente herejía no es antigua. Tal vez por lo torpe no ha merecido (ni merecerá) demasiado análisis por parte de los especialistas. Sin embargo, vale la pena como reivindicación de un género literario que ha padecido injustamente la marginalidad por parte de la crítica: la Ciencia ficción. En efecto, pese a las falsas “lagunas” que los lectores podrán encontrar en el texto, dando apariencia de antigüedad –y que no son, en realidad, más que “desviaciones” introducidas por mí intencionadamente–, y pese al vocabulario o tonalidad general, se trata de un extracto de novela.
Nada más alejado a primera vista de la ciencia ficción como la religión: Ciencia y Fe no han ido de la mano ciertamente a lo largo de la modernidad. Pero lejos de ser la siguiente una extravagancia del género, se trata de una muestra de su flexibilidad, capacidad de superación y renovación como tal.
La novela, a manera de pista, es una de las últimas de su autor (uno de los escritores más prolíficos del género y dueño del record de adaptaciones al cine de obras de ciencias ficción). Incluye una “escena”, inolvidable para cualquiera que la haya leído, donde el protagonista realiza un elaborado rito personal con su hijo (todavía un bebé) donde se cumplen a la vez los tres grandes misterios de la Iglesia: El Bautismo, con un poco de chocolate caliente derramado sobre el pelo del niño; la Confirmación, con el trazado de la señal de la cruz en su frente; y la Eucaristía, con un trocito de pan tomado de un hot-dog “con los aderezos acostumbrados”…
Invitamos a los lectores a deducir quién es el autor, cuál es la novela y qué elementos heréticos se pueden identificar en el texto (cuyo contenido, por cierto, constituye la base de la trama y le confiere se fuerza narrativa).
Para situarnos en contexto: Finalmente nos encontramos ante la segunda venida del Salvador al mundo. En algún sitio, el mesías se ha reunido una vez más con sus apóstoles (ésta vez, coetáneos nuestros, o ustedes mismos si lo prefieren), a quienes encarga:
Iréis por el mundo y comunicaréis el kerygma (“buena nueva”) con que os encomiendo. Escuchadme: en verdad, en verdad os digo que los días del malvado llegan a su término y el hijo del hombre se ha de sentar en la silla del juez. Esto ha de suceder como que el sol se levanta. El lúgubre rey luchará y perderá a pesar de su astucia; pierde; perdió; ha de perder siempre y los que con él vayan han de entrar en el abismo de oscuridad y en él permanecerán para siempre.
»Lo que enseñáis es la palabra del hombre. El hombre es sagrado, y el verdadero dios, el Dios vivo, es el hombre mismo. No tendréis a otro dios que a vosotros mismos; los días en que creíais en otros dioses llegan ahora a su término de una vez para siempre.
»Habéis alcanzado la meta de vuestras vidas. Estoy aquí para decíroslo. No temáis; yo os protegeré. Sólo habréis de seguir una regla: —os amaréis los unos a los otros como me amáis a mí y como yo os amo a vosotros, porque este amor procede del verdadero dios, que sois vosotros.
»Un tiempo de prueba y de engaño y de lamento queda por delante porque el lúgubre rey, el rey de las lágrimas se niega a deponer su poder. Pero vosotros le arrebataréis su poder; os concedo esa autoridad en mi nombre como os la concedí antes una vez, cuando el rey lúgubre gobernó y destruyó y desafió a los humildes del mundo.
»La batalla que antes librasteis no ha terminado, aunque ha llegado el día del sol que cura. El mal no perece de por sí porque imagina que es portavoz de Dios. Muchos pretenden ser portavoz de Dios, pero sólo hay un dios y ese dios es el hombre mismo.
»Por tanto, sólo los conductores que protejan y cobijen vivirán; los otros perecerán. La opresión interrumpida hace (…) años volverá por un breve tiempo. Sed pacientes entre tanto; será para vosotros un tiempo de prueba, pero yo estaré con vosotros y cuando el tiempo de prueba haya terminado, me sentaré en la silla del juez y algunos caerán y otros no caerán, según sea mi voluntad, voluntad que me viene del Padre, al que todos volveremos, todos nosotros juntos.
»Yo no soy Dios; soy (…) Soy una criatura, la criatura de mi Padre que es la Sabiduría misma. Lleváis en vosotros ahora la autoridad de la Sabiduría; por tanto, sois Sabiduría aun cuando lo olvidéis. No lo olvidaréis por mucho tiempo. Yo estaré presente y os lo recordaré.
»El día de la Sabiduría y del gobierno de la Sabiduría ha llegado. El día del poder, que es el enemigo de la Sabiduría, llega a término. El poder y la Sabiduría son los dos principios del mundo. El poder fue el que gobernó y ahora vuelve a la oscuridad de donde provino, y sólo la Sabiduría gobierna.
»Los que obedezcan al poder sucumbirán como el poder sucumbe. Los que aman a la Sabiduría y la siguen medrarán bajo el sol. Recordad, yo estaré con vosotros. En adelante, estaré con cada uno de vosotros. Os acompañaré hasta la prisión si es necesario; hablaré en las cortes de justicia para defenderos; mi voz se escuchará en la tierra donde haya opresión.
»No temáis; hablad claro y la Sabiduría os guiará; anteriormente erais hombres solitarios. Ahora tenéis (…) que nunca enferma, ni decae, ni muere; estáis atados al eterno y brillaréis como el mismo sol que cura.
»Cuando volváis al mundo, os guiaré día tras día. Y cuando muráis, lo advertiré y acudiré a recogeros; os llevaré en brazos a vuestro hogar, del cual partisteis y al cual volveréis.
»Sois extraños aquí, pero no lo sois para mí; os he conocido desde el comienzo. Este no ha sido vuestro mundo, pero yo haré que os pertenezca; lo cambiaré para vosotros. No temáis. Lo que os asalte perecerá o vosotros medraréis.
»Estas son las cosas que serán porque hablo con la autoridad que me da mi Padre.
»Vosotros sois el verdadero dios y prevaleceréis.