Revista Cultura y Ocio

Apología de la librería

Publicado el 01 diciembre 2014 por Elinfiernodebarbusse

Apología de la librería

Postal de una librería francesa


El viernes se celebró el día de las librerías. Para todo hay un día, ¿se han fijado?, 365 ocasiones dan para mucho, hasta para la estupidez más políticamente correcta. No es este el caso, porque no es estupidez, sino sensatez reservar una fecha para subrayar que aún existen librerías, esos espacios acotados por muros donde uno puede sentir la libertad de lo inabarcable, el abismo intelectual de saber que todo un mundo mágico y exuberante está al alcance de nuestra mano. 
Las librerías -me refiero al lugar físico, no al concepto- son establecimientos condenados a desaparecer. Será un proceso lento, lo sé, pero terminará imponiéndose. La aparición e impacto de los nuevos soportes electrónicos y hábitos lectores así lo determinan. Con ellas desaparecerá toda una manera de entender la vida con y respecto a los libros, con y respecto a su presencia próxima y palpable, tangible y sensitiva. Todo lo haremos desde una pantalla: la pantalla de un ordenador, de una tableta, de un movil o de un e-reader. La consulta, la adquisición, la descarga, la lectura. Todo será digital, binario, todo se reducirá a ceros y unos. 
No me opongo al progreso, aun cuando traiga -como en este caso- hábitos indudablemente más pobres y estéticamente más feos y vulgares. La sofisticación de un libro en papel -perdonen quienes tengan que perdonar- no la conseguirá el frío y aséptico plástico de una pantallita. No hay evolución para algo -el libro- que ha llegado a su tope de evolución, para algo que es perfecto en su concepto y en su materialización. 
Mientras que todo este proceso se consuma -yo no lo veré en su totalidad-, aprovecho para cantar los ratos inolvidables que he recorrido, solo o en compañía, los pasillos y rincones de tantas y tantas librerías, siempre al acecho, entre los miles de colores, tamaños y formas que se insinuaban ante mis ojos, de un libro -una voz- que me reclamara. 
Aprovechemos este placer mientras dure. Pasear, hojear, charlar, mirar, comprar o no comprar, imaginar, demorarse, resguardarse entre libros. Cuando las librerías no existan, habremos perdido algo que no sé muy bien lo que es, pero sí sé que no lo habremos sustituido por algo mejor, ni más enriquecedor, ni más satisfactorio. Llámenme soñador, si quieren. Como dice la canción de Lennon, "You may say I'm a dreamer, but not the only one."

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