Revista En Femenino

Apostando la vida

Publicado el 11 junio 2010 por Daniela @lasdiosas
No hubo canal de televisión, medio de prensa o taxista que no comente en estos días el infame asesinato de la joven Stephany Flores en manos de Joran Van Der Sloot, otro joven de apenas 23 años que al parecer habría cometido otro crimen hace unos años en Aruba. El propio presidente de la República se refirió al caso vinculándolo a la irresponsabilidad de la chica y de alguna manera culpándola a ella por su muerte. “No puede ser que alguien, por una calentura momentánea, se preste a irse con una persona que recién acaba de conocer, y estas son las consecuencias,” dijo, comentario que ha coincidido con el de otras muchas miradas que han sancionado moralmente a la chica e incluso sugiriendo de una u otra manera que ella se lo habría buscado, como si la muerte fuera el destino irremediable de quien no cumple los parámetros esperados para su género o expresa de manera pública una forma nueva y rápida de entablar las relaciones, diferente y en muchos casos bastante común y propia de una época en que lo vertiginoso marca la pauta incluso de las relaciones.
Lo que en estos días poco se ha discutido, se ha soslayado o pasado casi por agua tibia, salvo por la mención de alguna especialista, es que los hechos suceden en medio de un campeonato mundial de poker al que ambos jóvenes estaban asistiendo al parecer. Ambos apostaban y parece que no poco, asumiendo permanentemente un riesgo que, como suele suceder cuando se sufre de ludopatía, va aumentando a medida que se va perdiendo en mayores cantidades.
Que una joven de la edad de Stephany, soltera, audaz y además con dinero, vaya a los casinos a jugar no debería sorprendernos si sólo nos detuviéramos a mirar más profundamente lo que está sucediendo en nuestras ciudades y no sólo en Lima, con el crecimiento de salas de juego, que son ya mas de 800 en el país, casinos y tragamonedas o slots, alcanzando estos últimos la fabulosa cifra de 60 mil en todo el país, la mayoría en Lima.
Cada vez más mujeres se enganchan en este tipo de entretenimiento. A cualquier hora se las puede ver dándole a una maquinita, abstraídas, solas muchas veces, gastando quizá su sueldo, la comida del día o la pensión universitaria. Absorbidas por los brillos, las luces, los colores, las melodías o el tilín de las fichas que caen, ponen en juego todos sus sentidos gracias a la capacidad que tenemos las mujeres de aprovechar al máximo nuestros órganos sensoriales, que son elementos claves en este tipo de juego, aportando a acentuar la fantasía que se vive y el sueño de que un día las fichas no paren de salir de las maquinitas, o el de ganar el campeonato de poker o el bingo por lo menos.
“Las salas de juego están aisladas de la realidad, ofrecen un mundo de sueños, dentro de ellas nadie sabe si es de día o de noche,” declaró el doctor Martín Nizama, director del Instituto de Salud Mental Honorio Delgado-Hideyo Noguchi al diario el Comercio (1) hace un tiempo, dando cuenta de la irrealidad que se vive cuando entras en el mundo del juego, un mundo de sueño y posibilidades, hasta que pierdes todo lo que tenías y muchas veces lo que aún no tienes.
Las razones por las que jóvenes y mujeres se introducen en esta especie de campo minado son variadas. Las más jóvenes se dejan llevar por la adrenalina, el vivir el riesgo, las sensaciones que se activan, la sensación de control, las expectativas de ganar. Son algunas de las razones, sobre todo en contextos en que la publicidad y las luces llenan las retinas de jóvenes, que escuchan además que es posible, que a alguien le tocó la suerte de ganar miles y miles, que alcanzan incluso para comprar terrenos, como ha sido el caso de la candidata presidencial Keyko Fujimori, quien asevera que compró un terreno con el dinero ganado por su hermana en un casino, precisamente en un juego de poker. En los casos de mujeres mayores, señalan especialistas que la motivación a jugar corre por otras líneas. Así lo anota Paz de Corral, quien afirma que “las mujeres tienden a recurrir al juego excesivo para hacer frente a sus problemas personales (soledad, aburrimiento, etc.) y familiares (mala relación de pareja, marido enfermo o adicto al juego o al alcohol, etc.) así como para afrontar un estado de animo disfórico (depresión, ansiedad, ira, etc.).” (2)
“No quise hacerlo,” ha dicho Van Der Sloot luego de confesar el crimen. “La chica se entrometió en mi vida privada,” lo que según la prensa se refiere a que la joven abrió su computadora y descubrió su pasado oscuro. La rabia lo poseyó frente a una mujer que lo dejaba de pronto al descubierto y que le impediría obtener quien sabe qué de ella, y la mató, dice, aunque no quiso como suelen decir muchos homicidas en este tipo de caso, un feminicidio más en esta ciudad en que las estadísticas de feminicidios íntimos y no íntimos, como el actual, no descienden, y en donde la ludopatía aumenta sin que se hagan mayores esfuerzos ni investigaciones más profundas de cómo está afectando a las mujeres, a los y las jóvenes la proliferación de salas de juego, slots y casinos.
El incremento de la ludopatía debe ser tomado muy en serio en nuestra sociedad. Es necesario que se profundice en cuáles son los mecanismos que llevan a las mujeres y a los hombres a la adicción, pues sólo en la medida en que analicemos diferencialmente las razones por las que una y otro caen en la ludopatía es que se puede diseñar los tratamientos y responder a las necesidades específicas de hombres y mujeres. Se debe por tanto colocar en la discusión lo que está pasando, pues salvo cuando ocurren situaciones como las narradas tienen un poco de foco, mientras todos los días más mujeres caen en la adicción. Las vemos en las salas de juego, en los tragamonedas ir perdiendo la apuesta de la vida que aún les queda y miramos para otro lado.
¿De qué están escapando las mujeres? ¿Qué miedos atávicos o frustraciones las llevan a exponerse de esta forma en un tiempo en el que las facilidades para caer en el juego como válvula de escape están en cualquier esquina? ¿Cuán cerca estamos de las mujeres que a más edad están más solas y en edades en que con mayor frecuencia se presenta la ludopatía? ¿Qué medidas se van a tomar frente a una enfermedad que suele permanecer oculta hasta que ya es muy tarde, y que está en camino de convertirse en un problema de salud pública?.
En el caso de las adolescentes y jóvenes que, como en el caso de Stephany, se arriesgan en el juego de diferentes formas, es necesario que se articulen esfuerzos desde los diferentes sectores que den cuenta de la multiplicidad de situaciones peligrosas a las que pueden exponerse en la búsqueda de emociones más fuertes, en el afán de experimentar o simplemente de estar a la altura de lo que les impone una sociedad de consumo y mercantilizada.
“Perdónenme,” decía la nota que le dejó una madre de 70 años a un amigo, cuando perdió la casa en un juego, tras lo cual se enteraron de que ella era adicta. La perdonaron, pagaron la deuda, la internaron en un lugar para curar su enfermedad. Por suerte pudieron hacerlo y arrancarle al juego una más de sus víctimas. No siempre es posible. No lo ha sido en el caso de la joven asesinada por Van Der Sloot, hecho en el que el juego ha tenido un papel protagónico que debería ser más considerado cuando se analicen las situaciones de riesgo que viven las jóvenes especialmente, muchas veces en su intensa apuesta por la vida que las lleva a encontrar una muerte absurda, sin sentido. Por Rosa Montalvo Reinoso[email protected]Noticias Ser PerúLa Ciudad de las Disoas
Notas:
(1) “El 95% de ludópata no acepta tratamiento”, El Comercio, 11 de octubre del 2009http://elcomercio.pe/impresa/notas/95-ludopatas-no-acepta-tratamiento/20...
(2) Paz de Corral, “Ludopatía y Mujer”, Mente y cerebro, No 28, 2008

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