Los procesos de creación en cualquier área o sector de construcción de propuestas que hace crecer cualquier ser humano, tienen dos formas de gestación, una posible es la que se nutre del espacio y pretende encontrar la formula adecuada de fluir con el marcando la acción con el interés básico. La segunda fórmula busca manifestarse directamente partiendo de si mismo, del mismo núcleo que se mueve y que pretende equilibrarse en el entorno donde habita.
Un concepto corporativo tiende a buscar el embalaje más adecuado para entrar directamente a conseguir un Impacto de Imagen capaz de provocar la respuesta positiva al objetivo buscado, en una rápida fracción de tiempo, apoyando la consecución en el control del impulso de compra. En un entorno donde la carencia es el fundamento que nutre todo el movimiento el resultado de éxito es constante.
Marketing de experiencias, sin embargo, se gesta en una tendencia que puede percibir que el impulso de compra apoyado en un Impacto de Imagen, tiende, sin remedio a verse mermado en función del tiempo de relación que el impulsor de propuestas de Impacto, mantiene con el entorno.
Marketing de experiencias, vive con corrección en espacios donde el motor o impulsor de una idea o proyecto se define a si mismo y desarrolla la habilidad de leerse en función del entorno donde habita equilibrándose en el.
El suceso que sustenta la percepción de que podría construirse una Imagen de Marca, en sentido inverso a esta adecuación del núcleo al espacio, consume el crecimiento adecuado de cualquier propuesta que ha de ponerse en pie.
Si bien, es cierto, que propuestas de Marketing experiencial, sostenidas en campañas de acción tipo Coca Cola, hacen percibir el Marketing de experiencias como un camino de éxito a conseguir, la realidad observable de estos lanzamientos, es la de que. la Imagen Corporativa que los sustenta. tiene un claro resultado de penetración en los mercados, pero, si observas con atención, se puede percibir cini, a cada paso, sus puntos de encuentro precisan de las mismas crisis que una Imagen Corporativa tipo y son un ejemplo nefasto para quienes inician su andadura en este tipo de implantaciones.
La tendencia habitual cuando encuentras a alguien interesado en lanzarse por este tipo de técnicas, es la de encontrar la propuesta inequívoca de éxito ya comprobado en otros para ejecutar un copia, pega con una baja proporción de riesgo o asume que ha de encontrarse frente a un interlocutor que habiendo sido tocado por las musas, es capaz de pasar el proceso de implantación en un papel, normalmente, con formato de carta menú, que encuentra su referente en el hábito de compra habitual de la Imagen Corporativa, donde, sin más remedio se vuelve al ciclo donde Marketing, simplemente estima la elección de una propuesta de Marketing de experiencias, entre las infinitas propuestas de otros sectores.
Sin embargo, los casos de éxito experiencial más sonados, como los de Appel (Tendente a mostrar el argumento que permite la elección del Valor Funcional que se va a ofertas, en formato de experiencias en eventos) o Google (Que no muestra un interés relevante en compartir experiencias en eventos pero que si hace de todo su Valor Funcional un transmisor de Valor de Responsabilidad Social Corporativo que sutilmente se envuelve en Valor Emocional) Fundamentan la construcción y puesta en pie de Marketing de experiencias en una adecuada percepción de si mismos que tiende a fluir, de forma natural, con el entorno.