Revista Sociedad

Apreciado Sr Trump

Publicado el 16 agosto 2016 por Salva Colecha @salcofa

Apreciado Sr. Trump.

Vaya por delante que doy por sentado el hecho de que jamás va a leer esta carta pero es que soy así, si algo me inquieta o si de algo he de quejarme prefiero hacerlo directamente a la fuente de la inquietud, no vaya a ser que después el mensaje se tergiverse o se pierda con el uso de distintos correveidiles. ¿Sabe aquel juego de “el teléfono loco” al que jugábamos los niños pobres europeos como yo? Pues eso.

Bueno, a lo que íbamos. Usted que es un hombre valiente, casi un outsider, no entenderá si le digo que siempre he pensado que los humanos del montón (esos que no tenemos piel de lagarto bajo otra de látex) tenemos dos tipos de miedo por decir

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algo, porque igual no sabe que muchos viven instalados al borde del pánico. El primero es el miedo a lo desconocido, que es el susto inevitable a aquello de “a ver que me encuentro”. El que se genera cuando, por ejemplo, cuando vas a cruzar una puerta en una más de esas miles de entrevistas de trabajo que padecen las personas normales esas que han de aguantar carros y carretas para que alguien le diga, con esa sonrisa sádica que usted conoce, “es que no eres lo que estamos buscando” y así hasta la próxima mientras el tiempo pasa, el paro se acaba y cada vez andamos más desanimados con esa sensación falsa de “no valgo” que al final te hace aceptar un trabajo en los trirremes de Caesar Augusto porque hay que alimentarse a uno mismo y a la prole en la que cada vez hay más gente, hijos, hermanos, suegras…. Ese miedo usted no lo conoce, para usted el miedo a lo desconocido seguramente se limitará al cosquilleo ese que se siente al ir a tirarse por una montaña rusa en un parque de atracciones. Bueno, ese sustito también me vale, a algunos hasta nos gusta.

Pero existe otro tipo de miedo. Es el que te da cuando ves venir la que se te viene encima y poco puedes hacer para evitarlo más que prepararse

Larry Hagman
para el porrazo. Usted Sr. Trump, con su oportunismo y sus maneras al más puro estilo J.R de Dallas, lamento comunicarle que está en ese segundo tipo de susto porque aunque no lo crea, aquí en Europa sabemos de discursos neocon como el suyo no nos vienen de nuevo porque ya hemos visto bastantes por estos andurriales y sabemos que puede pasar. Eso es lo que da miedo de usted, sabe tan bien como yo en que puede acabar esto y sigue explotando ese camino.

Me asustó cuando lo oí hablar de un muro, aquí conocimos uno y sabemos que pasó. Me dio pánico ver como sus muy estudiados discursos machistas, sexistas, xenófobos, llenos de violencia eran jaleados por miles de personas que estaban haciendo suyo su producto de márqueting perfecto y pidiendo que ese encarcele a Hillary con unas maneras que no se si me recordaban a unos con camisas negras o pardas. Me recorrió un gran escalofrío que todavía me dura.

Usted de venderse sabe mucho, es un maestro del oportunismo y lo demuestra dando

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a la gente lo que quiere oír, lo que sus más bajos instintos quieren escuchar porque, como en Europa, están quemados por no llegar ni a pagar las facturas. Usted sabe manejar esa frustración y la utiliza en beneficio propio proponiendo como si fuese una novedad el retorno a la política de lo básico. El brillo de sus ojos le delata, Sr. Trump.

¿Que quiere que le diga? Me asusta la idea esa de “recuperar la dignidad americana” insinuando un gobierno con su estilo empresarial, despiadado y si hace falta, tramposo.

En un principio pensaba que lo suyo no sería más que un capricho de millonario pero

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cuando poco a poco vi como, valiendose de que el Partido Republicano está hecho unos zorros, se deshacía de sus contrincantes uno a uno, con unas formas agresivas, zafias y en las que valía todo. Fui dándome cuenta que estamos ante un gran peligro público, más que nada por las consecuencias que puede traernos el “desatar la bestia” que una sociedad al límite como la nuestra tiene dentro. De eso, Sr Trump, en el SXX ya hemos tenido demasiados y dolorosos ejemplos, no los reeditemos.

Ahora, que puede ganar las elecciones, mi sospecha se va transformando en miedo. En ese miedo del que sabe que usted, con sus maneras, no va a hacer nada en favor de la concordia. En lugar de eso puede destrozar la poca paz que nos queda en este devastado globo.

Espero, y lamento decírselo de esta forma, que al final la cordura se imponga entre el 

Hillary Clinton Holds Campaign Roundtable In Las Vegas

electorado y que no gane las elecciones. Hillary (a quien seguro que le tiene preparado un rosario de escándalos y descalificaciones) tampoco es santo de mi devoción pero entre el “susto o muerte” es humano elegir “susto”. De todas maneras, en caso de que continúe la pesadilla y salga victorioso, me gustaría que entendiese que ser presidente en USA no le habilita para hacer lo que le plazca. Desearía que comprendiese que el mundo no debería funcionar con los principios que usted defiende. Es mucho mejor partirse el espinazo por hacer de la convivencia y la dignidad social algo posible y deseable que optar por el camino de la violencia y la cerrazón. Ese camino ya lo hemos transitado demasiadas veces y sabemos que no lleva más que a la barbarie y la destrucción.

Recapacite, por favor.


Apreciado Sr Trump

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