Normalmente, para estas fechas, hago balance de los últimos 365 días, deseándoos a tod@s una buena salida y entrada de año y recordando los posts más vistos del año. Pero como podréis ver, este año ha puesto boca abajo la vida de todos y no he tenido tiempo para el blog, y si lo he tenido lo he usado para otras cosas, que en esta época tan díficil, he creído más importantes.
A finales de febrero nadie se imaginaba la que se nos venía encima. Primero llegó el confinamiento de marzo, con más de 45 días con los niños en casa. Fueron unos campeones, pero no deseo para nada que se vuelva a repetir. Sin lugar a dudas, esa época dejará mella en ellos, y muchos de ellos todavía viven con miedo de salir a la calle, ir al cole con normalidad, o relacionarse con sus amigos. Esos días también entendimos que el teletrabajo no es ninguna panacea con niños en casa y sin estar bien regulado. Estuve a punto de cambiar lo de “de un ataque de besos” por “un ataque de nervios“.
Luego vino un verano anómalo donde todos pudimos vivir con “cierta normalidad”. Decenas de protocolos y normas para darse un remojón en la playa o unas cañitas en la terraza. Pero nos relajamos, y demasiado, poniendo en peligro la vuelta al cole.
Llegaba el inicio de curso y todavía muchos gobiernos no habían decidido los protocolos para las escuelas. Y muchos nos pusimos las manos en la cabeza al ver que los gobiernos NO habían hecho los deberes durante el verano y darían inicio al curso con geles, mascarillas, ventanas abiertas, y poco más. Por suerte, entre los niños, la cosa no ha ido mal este primer trimestre y los colegios han aguantado abiertos hasta Navidad cuando muchos apostaban por lo contrario. Ya veremos el segundo trimestre como empieza y como acaba. Crucemos los dedos.
Y estas navidades nos ha tocado vivirlas también de una forma anómala, con muy pocas celebraciones y sin todas esas actividades infantiles que tanto disfrutábamos las familias. Pero muchos siguen relajándose más de lo que deben y mucho me temo que cuando pase esta Nochevieja nos inundaran de nuevas restricciones. Pinta un enero y febrero muy crudo. Es lo que tiene intentar hacer equilibrios entre dinero y virus. A estas alturas pongo en duda tanto las cabalgatas “estáticas” de los Reyes Magos como la vuelta al cole del 11 de enero. Crucemos nuevamente los dedos.
Son muchos los que esperan que entre el 1 de enero, como si de un día a otro se borrara el virus y todas sus desastrosas consecuencias. Ains, qué equivocados. Muchos no se imaginan que todavía queda un año muy duro. Ojalá que no tan duro como el que dejamos, pero seguro que no será como los que conocíamos antes de la aparición de este maldito virus. Nada volverá a ser igual, de eso no os quepa duda.
Aprendamos de los errores, no perdamos la ilusión de los años venideros y seamos responsables. Que el pan para hoy puede ser hambre para mañana.
Como decía un profe de historia: “quién olvida su historia está condenado a repetirla“. No olvidemos el 2020 para que, cómo mínimo, no lo repitamos en el 2021.
Ahora sí…
¡Feliz y saludable salida y entrada de año a tod@s!