El uso del círculo nos permite ver, a primer golpe de vista, cuál es la armonía de un determinado color o tono con el resto, si funcionan bien juntos y resultan agradables a la vista. Los decoradores trabajan con cuatro armonías de color básicas: la combinación monocromática, la contrastada, la moderada y la armónica. Pasemos a conocerlas.
La monocromática
En esta armonía, se toma un color como base: es el que se aplica en paredes, tapicerías y telas variando únicamente su tonalidad. Es una combinación segura, que resulta cómoda y agradable a la vista ya que permite utilizar, incluso, colores muy intensos o atrevidos y conseguir resultados armónicos y mesurados. Sin embargo, puede resultar algo monótona. Por ello, hay que añadir pequeños toques de otros tonos de color a través de los estampados de las telas o de los complementos decorativos.
La contrastada
La combinación de colores opuestos dentro del círculo cromático, como el rojo y el verde o el azul y el naranja, resulta dinámica y alegre, pero puede ser excesiva si ambos colores tienen la misma importancia. Uno debe reservarse el papel principal y mesurar el uso de su contrario. La participación de otros colores, como el blanco y otros neutros, permite aligerar el peso de los dos opuestos. Una estancia pintada en verde se armoniza con estampados y complementos en rojo y se aligera con muebles de maderas claras
La moderada
Se basa en el mismo principio que la contrastada, pero en lugar de escoger un color y su contrario dentro del círculo cromático, se escoge un color y los dos que se sitúan a ambos lados de su contrario, para que la oposición no sea tan acusada. Permite crear atmósferas más equilibradas, pero debe respetarse la predominancia de un color sobre los otros. Por ejemplo, si se usa una combinación de azul con amarillo anaranjado y marrón, es bueno aplicar la tonalidad más clara de amarillo en la pared y usar los otros dos colores en tapicerías y telas.
La armónica
Consiste en la combinación de tres tonos consecutivos dentro del círculo cromático, que pueden ser fríos, calientes o fríos y calientes. Uno de ellos es el color dominante, mientras que los otros dos actúan como complementos. Conviene que el color principal sea el más neutro de los tres y que se utilice en un tono menos intenso que el resto. En cambio, el color más subido es el que puede reservarse para las piezas más importantes del mobiliario, como puede ser la tapicería de un sofá.
¿Cuál te parece la combinación más acertada? ¿Cuál predomina en la decoración de tu casa?
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