Revista Coaching

Aprende a decir no: claves de la asertividad

Por Psipositivo @Psi_Positivo

Si hay un término en psicología aplicada que se escucha mucho es el de asertividad (el otro es autoestima sin ninguna duda). En este artículo quiero tratar de arrojar luz sobre este asunto, en el que a veces es fácil perderse en la red buscando materiales útiles.

Vamos con la definición para situarnos. La asertividad es la capacidad de defender los derechos personales sin violar los ajenos. Implica marcar límites, decir no, autoafirmarse y no dejarse chantajear ni manipular emocionalmente. La persona asertiva piensa que los derechos de los demás son tan importantes como los propios.

Así, la asertividad hay que verla como un punto medio entre dos extremos perniciosos.

En uno está el sumiso, cuyas emociones aparejadas son el miedo y la culpa. Sería una persona que dice que sí a todo, que niega la emoción de la ira y que piensa que los derechos de los demás de alguna manera importan más que los propios.

Esto es lo que más veo en consulta y lo que más generalizado está. Sin embargo también es muy posible que el otro extremo, el de pasarse provoque problemas.

En el otro extremo está el agresivo, cuya actitud es de hostilidad, agresión y la negación de los derechos de los demás.

El asertivo está en el punto medio: la emoción que le guía es la indignación ante la injusticia, pero con una ira razonada. El asertivo ejerce la dignidad y sus fortalezas personales.

Y por cierto, ¿con cuál de esos perfiles te gustaría más irte de viaje, trabajar o tener una relación? A no ser que tengas algún trastorno psicológico, deberías haber respondido que con el asertivo 😉

Aprende a decir no: claves de la asertividad

Podemos comenzar haciendo un autoanálisis de cómo estamos en el tema asertividad. El indicador más claro es cuando nos dejamos manipular y explotar por los demás.

El inasertivo se siente culpable de herir los sentimientos de los demás, siente miedo al rechazo social y a dar mala imagen. Suele evitar toda confrontación, no mira a los ojos, utiliza un volumen de voz bajo, se justifica constantemente y es especialista en gustar a todos a expensas de su propia felicidad.

Es la persona pasiva o como se dice en Valencia, "es molt bon xiquet/a".

Esto no quiere negar que algunas personas, por convicción, decidan entregar su vida a ayudar a otros. Lo que mueve al poco asertivo es el temor y no el convencimiento de sus principios.

Algunos puntos para aprender a decir que no

- Primero, debemos convencernos de que somos valiosos y merecemos respeto.
- A continuación, no ignorar la ira o la rabia, sino transformarla en indignación, es decir, ira fundamentada.
Estos dos anteriores son los puntos clave en los que se basan todos los demás. Ahora bien, hay que pasar a la práctica como vamos a ver ahora mismo.

- Practicar la conducta asertiva con algún amigo, escribir el contenido del mensaje que queremos decir y luego practicarlo en voz alta. Buscar materiales de soporte (webs, libros etc.) que nos ayuden con el tema de asertividad.

- Si la inasertividad está relacionada con ansiedad social severa, timidez, introversión marcada o depresión cabe pedir ayuda profesional a un psicólogo especializado en clínica y salud.

La base para trabajar este tema la encontramos en nuestros derechos personales: tenemos derecho a decir no, a decir no sé, a negarnos a peticiones no razonables, a ser felices y libres, a cambiar de opinión... Estamos hablando de derechos humanos básicos. Revisar nuestros valores es un buen modo de descubrirlos: qué no haría por ningún motivo o qué me hace sentir indigno cuando lo hago.

Miedo y culpa: enemigos de la asertividad

Explorando esto un poco más, básicamente lo que nos impide ser asertivos es el miedo y la culpa. Ambas son emociones aprendidas. Nacemos asertivos, nacemos libres emocionalmente y la cultura nos limita más de la cuenta. ¿Cómo combatirlos? Para la culpa, lo más importante es actuar de manera coherente. Estar seguro de que mi "no" está fundamentado.

Reconocer también que la tolerancia tiene un límite. Pensar antes de actuar y tener siempre presente los intereses del otro es clave para no arrepentirse luego. Cuando uno siente que fue prudente y que no obró por impulso, la culpa disminuye, porque hemos actuado a conciencia, de manera razonada y razonable.

En cuanto al miedo, debe retarse siempre, afrontarlo, tomarle el pelo. Una buena manera es pensar como un científico: someter los pensamientos responsables del temor al contraste con la realidad, llevarlos a la práctica para ver si se cumplían o no.

En ocasiones el ejercicio de la asertividad se puede confundir con el egoísmo. Poco que ver: el egoísmo implica falta de sensibilidad por el otro, cierta avaricia y codicia. Pensar en mí como un ser merecedor no es egoísmo, sino dignidad personal.

El egoista sólo mira por si. El asertivo por si mismo y por los demás.

Es tener una ética de amor propio. La asertividad resalta la autonomía, cuando el egoísta es típicamente individualista y egocéntrico. El pensador Comte-Ville nos dice que el egoísmo no es amor por uno mismo, sino incapacidad de amar al otro, o de no poder amar de una forma que no sea en beneficio propio. El asertivo, el que tiene dignidad por sí mismo, ama y respeta asertivamente.

En este avance hasta poder decir "no", podemos enfrentarnos a inseguridades que bloqueen el ejercicio de nuestros derechos. Para superar esto, la única herramienta es la aceptación incondicional de uno mismo, el permitirse cometer errores, no autocastigars e. La condenación del yo implica la idea de tener ciertos errores o fallas que no puedan superarse. Cuando estas creencias se instalan deberemos pedir ayuda profesional.

Sin embargo, siempre podremos por nosotros mismos dar pasos en enfrentarnos al miedo a ser evaluados negativamente por los demás. Requeriremos cambiar la idea de que las opiniones de los demás nos determinan.

Hagamos lo que hagamos, a algunas otras personas no les va a gustar...

El miedo se vence afrontándolo, no hay anestesia para ello. Una buena recomendación sería en atacar al miedo poco a poco, y a la vez, cambiar las autoverbalizaciones negativas por otras más racionales.

La practica de la aserticidad requiere práctica y disciplina, pero más a medio plazo que a largo plazo. Sin embargo, hay personas que tienen una mutación casi instantánea. Captan rápidamente la filosofía que subyace al asertivo, y comienzan a trabajar para mejorar en todos los frentes. Cuando alguien está muy harto, ambos factores pueden servir de motivador.

Si la meta es defenderse de alguien específico o de una situación determinada, puede resolverse en corto tiempo. Pero si se trata de un cambio general en la manera de procesar las relaciones interpersonales y crear un estilo de vida, se tardará más.

En todo caso, el primer paso puedes darlo ahora. ¿En qué aspectos puedes mejorar ya para aprender a decir no? ¡Leeré con interés tus aportaciones, así que deja tus comentarios aquí abajo!

Aprende a decir no: claves de la asertividad

Volver a la Portada de Logo Paperblog