El poder de la técnica en nuestro tiempo es extremo. De hecho, hoy día la técnica también ha influido de forma notable en las relaciones sociales. Por ejemplo, si te interesa puedes localizar a antiguos amigos de colegio o instituto a través de Facebook. Una red social excelente para retomar el contacto con personas de las que te has distanciado por circunstancias de la vida y del destino.
Sin embargo, aunque las tecnologías tienen un efecto positivo importante también tienen un lado negativo puesto que impiden a un ser humano centrarse en sí mismo. De hecho, hoy día también existe una gran dependencia hacia el teléfono móvil. Incluso, muchos niños pequeños también tienen su propio teléfono. Así, cuando una persona olvida su teléfono por descuido en casa puede llegar a sentir estrés y ansiedad experimentando un enorme malestar emocional.
Del mismo modo, muchos grandes empresarios no pueden desconectar de las labores de la oficina ante la necesidad de mirar el correo electrónico incluso en vacaciones o el fin de semana. Esta forma de vivir conectados a las tecnologías nos impide vivir conectados con nuestra verdad interior y con el valor de nuestra alma. Por tanto, llega un momento en el que conviene saber parar y marcar distancia con las tecnologías para entrar en contacto con uno mismo y con otro ser humano. Es decir, conviene apostar por el lado puramente humano para vivir y ser feliz.
De hecho, más allá del efecto positivo que producen las nuevas tecnologías no conviene descuidar el contacto interpersonal y presencial. Las estadísticas muestran que muchos jóvenes pasan más tiempo frente al ordenador que en compañía de sus amigos. Un dato que invita a la reflexión y que muestra un modelo de vida que debe corregirse de forma inmediata puesto que el ser humano puede convertirse en esclavo de la tecnología.