Sin duda, está más que contrastada, la utilidad de las rúbricas a la hora de guiar el proceso de enseñanza.
Con ellas podemos fijarnos unos objetivos predeterminados y marcarnos una hoja de ruta que nos lleve a alcanzarlos.
E incluso podremos evaluar durante todo el proceso el grado de aprendizaje que van alcanzando nuestros alumnos, no sólo a nivel individual (que también) sino con carácter colectivo.
Algunas de los valores añadidos que aporta la utilización de rúbricas, entre otros, son:
- Los profesores pueden centrarse mejor en cada evento de aprendizaje para hacer frente a los elementos de la rúbrica.
- Los docentes pueden evaluar en base a las expectativas en la rúbrica.
- Los propios alumnos son conscientes de lo que se espera aprender desde el momento inicial
- Las rúbricas son tangibles por escrito.
- Los maestros disponen de un objetivo determinado que se puede explicar con mayor facilidad.
- Las rúbricas especifican cada elemento de asignación por lo que el alumno puede enfocar más claramente hacia el objetivo a conseguir.
- Los alumnos pueden comparar el trabajo realizado con los objetivos marcados por la antes de su presentación.
- Las rúbricas establecen un criterio uniforme para todos los alumnos , dejando poco espacio para la calificación injusta.
Ahora bien, la generación de dichas rúbricas requiere de un cierto esfuerzo y de un análisis de los objetivos que se quieren alcanzar, que no son siempre tan inmediatos como desearíamos.
Y, aunque ya dispongamos de algunas herramientas web como las siguientes:
nunca dejaremos de tener la necesidad de una profunda reflexión de cómo enfocar el trabajo.
En esta línea os recomendamos leer el siguiente artículo ¿Cómo elaborar una rúbrica? de Florina Gatica-Lara, Universidad NA de México.
Asimismo, acompañamos esta breve entrada con una rúbrica para crear rúbricas, que esperamos os sea de utilidad a la hora de crear las vuestras propias.
Fuente: Buck Institute for Education
Princippia, Innovación Educativa