Revista Opinión

Aprende a ligar en un museo de arte IV

Publicado el 16 febrero 2020 por Carlosgu82

Nos gusta decir que uno más uno son dos; y que dos más dos son cuatro. Esto es una conveniencia contable y de andar por casa, pero no deberíamos tomarlo como algo real. Uno más uno jamás suman dos en el mundo real, en el mundo físico: porque la relación entre dos o más elementos, añade otro formado por el efecto de la suma de las partes en el universo.

El universo está formado por cuantos de información, que por sí mismos no ocupan espacio ni se extienden en el tiempo. Son como los ceros y unos, en el ordenador. Pero gracias a que uno más uno nunca suman dos, la interacción de las unidades de información genera ese maravilloso fractal dinámico que es el Orden, o Kosmos.

Un niño pequeño, si no ha sido aún idiotizado, puede explicarle a un adulto que una naranja y otra no suman dos, sino un zumo de naranja que con una naranja sola no llega. O que papá, mamá y él no suman tres, sino una familia. O que si tienes dos donuts de chocolate y das uno a otro niño, no tienes un donut, sino un donut y un amigo. Son intuiciones elementales y verdaderas sobre las leyes del Universo, que los adultos necesitamos años en conseguir neutralizar en la inteligencia de los pequeños.

Sin embargo, los artistas están obligados, por oficio, a recuperar sus capacidades naturales; como el intérprete y traductor, que tiene que recordar cómo se aprendían idiomas sin esfuerzo a los dos años para poder llegar a ser competente en su labor.

Los artistas saben que uno más uno nunca suman dos; esto se aplica por ejemplo, a la composición de un cuadro. La composición es la forma en que los elementos de una imagen han sido arreglados, para construir un potencial de significado añadido. Por ejemplo, observe usted cómo han sido arreglados los tacos de madera pintados de la portada del artículo. Sólo son tacos rectangulares, y sin embargo, la mayoría de personas ve algo más en el conjunto. Y a partir de ese significado conjunto, de esa composición, podemos incluso dar significado particular a cada uno de los prismas de madera por separado. Incluso los colores con los que están pintados, empiezan a significar cosas. Esto es para lo que sirve la composición; el que uno más uno, no sean nunca dos.

Otro ejemplo en este cuadro del pintor venezolano Olivares: son tres copas de vino, pero son más de tres copas de vino: al ponerlas una al lado de otra, creamos un ritmo que se acentúa al estar inclinadas y sacudidas; al ponerles los colores de la bandera de Venezuela, pone en la imagen la alegría, vitalidad y esperanza del pueblo venezolano, que lucha por recuperar la democracia y «desbordar» la tiranía que sufren de forma natural, no rompiendo las copas. Es un uso inspirado de la composición, puede que el tal Olivares sea un gran conocedor de su oficio.

Aprende a ligar en un museo de arte IV

Y para terminar otro ejemplo, que consiste en coger el muñeco de la rana Gustavo, y ponerlo en el marco de un vagón de metro de Nueva York. Esta simple suma de rana Gustavo + vagón de metro, produce un significado emocional que ni el vagón ni el muñeco exhiben por separado, aunque sí existe en potencia. El artista es aquel capaz de hacer efectiva esa interacción, o comunicación, entre dos puntos de la realidad para revelarnos parte del misterio que oculta el Universo.

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