El domingo pasado subí con algunos de mis hijos y un par de amigos al Cabezón de Echauri. Junto a la Ermita de la Virgen de la O, al poco de empezar la ascensión, y entre las hojas del suelo, encontramos un nido caído. Posiblemente la tormenta de los días anteriores lo había lanzado por los aires. Una de mis hijas dijo:
"Pobres pájaros, se han quedado sin casa. ¿Por qué no subes el nido otra vez al árbol, papá?".
Pues porque seguramente los pájaros no querrían volver a un nido que no habían construido ellos, pensando quizá que pudiera ser una trampa. Miramos bien los árboles y las tejas de la ermita, y efectivamente, allí estaba, a medio construir, su nueva morada...
En esta semana que termina, que no ha podido ser más movida, he estado con un amigo que atraviesa serios problemas laborales. Una mala decisión le ha posicionado en un trabajo que no le gusta, que le genera frustración y del que no ve la manera de salir. Me decía, "es que físicamente me duele ir a trabajar". No me extraña.
Y le hablé de los pájaros de Echauri. El esfuerzo de meses de trabajo construyendo su casa tirado por el suelo por culpa de una tormenta. Pero los pájaros, en medio del dolor por esa calamidad, habían sido capaces de tragarse el sufrimiento, y cantando empezaban un nuevo proyecto.
Nadie está exento de que la vida, de pronto, se le ponga cuesta arriba (una enfermedad, un problema familiar, un revés económico...). En esos casos debemos separar bien el dolor, del sufrimiento. No podemos evitar el primero, pero sí el segundo. Este nos lleva a la angustia, a la amargura, a la depresión... nos hundimos y los problemas se agigantan. Y muchas veces hacemos sufrir a los demás. No les duele lo que a nosotros nos duele, pero les hacemos sufrir.
La diferencia entre dolor y sufrimiento está en la actitud con la que nosotros queramos afrontar nuestros problemas y seguir navegando incluso en circunstancias aparentemente negativas. Mi amigo no puede evitar que le duela la decisión que tomó. Pero puede aprovechar este tiempo para pensar cómo enfrentarse de nuevo a un cambio profesional, imaginar nuevos proyectos, encontrar otras cosas positivas en su actual trabajo, descubrir otras luces en su vida más allá de las profesionales... No sufrir.
¿Cuántos proyectos se te han caído en lo que llevamos de año? ¿Cuántos amigos te han defraudado? ¿Cuántos reveses te ha dado la vida? No olvides que separar el dolor del sufrimiento te ayudará a edificar sólidamente tu futuro, que es donde vas a vivir el resto de tus días.