No sé si os ha pasado a vosotros y vosotras, pero a raiz de tener a Lola mi interés por las cosas hechas a mano se ha ido incrementando. Supongo que además se despierta algo de creatividad en nuestro interior, es lo que tiene tener hijos y buscar cosas que hacer con ellos para que aprendan, jueguen y se lo pasen bien.
No es mi estilo decir nada malo de una tienda. Pero creo que es importante hablarlo para que el que se lo plantee no vuelva a cometer el mismo error.El año pasado me hablaron de una tienda de costura llamada Teté, café costura. Una tienda donde ofrecen cursos de costura y otro tipo de labores en un espacio en el barrio de las Letras. Me apunté porque me pillaba relativamente próximo a mi casa, era económico y tenía muy buena pinta. Pero mi experiencia fue nefasta. No aprendí, es más lo pasé regular, Teté, no me hacía sentir cómoda, parecía como que la incomodaba que le preguntara las cosas, daba por hecho otras y me fui del curso de iniciación con una sensación de que no me gustaba la costura y que no me apetecía seguir insistiendo en este tema. ¡Qué pena!
Pasó el tiempo, y claro las mamás a las que sigo en sus blogs, algunas son muy artistas de la costura, como Begobolas. Y además hablar con ella siempre es sentirse a gusto y siempre llena de inspiración. También la necesidad de aprender a coser bajos, para evitar pedírselo a mi madre o pagar una pasta.
El tema es que Bego, me comentó que había una tienda cerca de nuestra casa, Sweet Sixteen Craft Store, al que iba a ir a un curso avanzado de costura y que ya me contaría.Y su experiencia en el curso le gustó. Y además me dijo que para octubre habían propuesto un sorteo de una plaza de costura de iniciación todos los viernes. Así que me apunté al sorteo y ¿sabéis lo que pasó? QUE ME TOCÓ.
No podéis imaginaros la ilusión que me hizo, organicé a mi marido y a mis padres para que durante los 5 viernes del curso, pudiera dejar a Lola con ellos para yo poder hacerlo.
Así que durante esos viernes, aprendí mucho, mucho mucho. Se me ha ido quitando el miedo que me infundó la anterior experiencia. La profesora de costura, Paloma, es una buena profesora de costura. Se sienta a mi lado, me habla con paciencia y me repite todo hasta que lo entiendo. Además es capaz de hacer un seguimiento de cada alumna, sea cual sea el nivel.Las clases de costura me hacen sentirme a gusto, satisfecha por cada cosa conseguida. Además es un ratito para mi. El resto de alumnas hacen sus proyectos y también inspiran nuevos trabajos de costura. Hay un buen rollo en el ambiente que se agradece.
Este fue el monedero con forro blandito que he ido haciendo poco a poco.
Llegó mi cumpleaños y mi marido me dijo que me compraba una máquina de costura y en el DIY me la regaló.
En Octubre se acabó el curso y a pesar de no tener mucha pasta, decidí seguir el curso de manera quincenal. Así que ahora en Diciembre vuelvo a empezar, deseando ver lo que hacen otras, tener mi ratito de costura y con ganas de aprender mucho.
La tienda de Sweet Sixteen Craft Store de Fuentarrabia número 3, es una tienda preciosa, llena de detalles y hacen que no te quieras ir nunca. Además de los cursos de costura, también hay de punto, ganchillo impartidos por Cecilia. Y además los sábado hacen monográficos muy interesantes.
Si queréis aprender a hacer algún tipo de labor o un taller de este estilo, os aconsejo que vayáis a alguno, donde os hagan sentir bien, a gusto, tengan paciencia y desde luego aprendas, sino no merece la pena. Un buen profesor tiene que trasmitirte buen rollo, sino es contraproducente.
¿vosotros también habéis sentido esa necesidad de hacer labores, costura, ganchillo, punto, etc?