Aprender a decir “no”

Decir no a una flor, no es negar la Primavera! Hay que aprender a decir “no”, sin herir, sobre todo en un mundo en que es más fácil decir “sí” que atreverse a tener nuestras propias convicciones y emociones sin imponerlas, pero teniendo el valor de llevar la contraria a los que nos rodean y sutilmente nos imponen “su” razón, muchas veces sin tener en cuenta la nuestra… o nuestro propio corazón! Nadie tiene “la razón”, cada uno tiene la suya para pensar, sentir y actuar, viviendo… y aprendiendo cada día a vivir mejor, desde el corazón!

Saber decir “no” a lo que no nos importa, a lo que no nos conviene ni sentimos, a lo que no deseamos ni merecemos, es primordial! Seguramente, desde niños, aprendemos antes por la negación, que por la afirmación! Con nuestro “no” no perdemos, defendemos lo que somos y vivimos, lo que deseamos ser, sentir y vivir! Decir “no” no es perder, sino ganar todo eso que te hace sentir bien, que te ayuda a crecer y mereces… y seguramente también a ser feliz!

Pero lo mejor de todo es que, si eres capaz de decir “no” a todos y todo aquello accesorio en tu vida, detrás aparece lo esencial… como tras la mentira y el engaño está la verdad! Y yo, para llegar a lo esencial que ahora vivo cada día más, he debido aprender a decir “no” y a dejar atrás muchas cosas innecesarias! Porque para llegar a lo esencial de mi vida -mi Alma, ni más ni menos- he debido perder todo lo que tenía hasta quedar solo yo, tal como en realidad soy! Quizás tuve pena y dolor al dejarlo o tal vez miedo, pero hoy me doy cuenta de que tras todo ello estaba yo mismo, a punto para reencontrarme, para reencontrarte, para compartirme, por amor…

Y asi es, hoy solo tengo lo que llevo puesto y todo lo que hay en mi corazón! Ligero de equipaje… para volar! Atras quedaron recuerdos, sueños por cumplir, momentos difíciles, objetos solo materiales, personas que ya no están, lugares en los que no dejé mi huella… Y de todo eso solo queda lo aprendido, lo aún soñado para hacerse realidad… y lo que me queda aún por vivir! Mi querida hija, mi vieja moto alemana y mi ilusión casi infantil es todo lo que ha quedado, después de aprender a decir “no”… además del tesoro que hoy hay en mi corazón!

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