Revista Coaching

Aprender a perder

Por Andresubierna

chessNos hablaba @Yoriento en una muy interesante entrada en su blog hace unos días, sobre el condicionamiento que los resultados de decisiones pasadas ejercen sobre nuestras decisiones futuras.

Las personas sentimos una fuerte aversión por la pérdida, hasta el punto que preferimos dejar de ganar con tal de no arriesgarnos a perder. Esta aversión hace que perdamos la objetividad al evaluar las consecuencias de nuestras decisiones, e influye poderosamente en nuestra percepción de la realidad y, por consiguiente, en nuestro comportamiento.

Nos cuesta enormemente reconocer que nos hemos equivocado en algo y esa dificultad es tanto mayor cuanto más esfuerzo, tiempo o energía le hemos dedicado a ese algo.

Cuando estamos tomando una decisión deberíamos limitarnos a los riesgos y oportunidades que ésta pueda suponer en el futuro. Lo que hayamos hecho o dejado de hacer anteriormente con relación a ese mismo tema es, lo creas o no, totalmente irrelevante.

Curiosamente, y debido a esta aversión por la pérdida, no solemos actuar así, sino que incorporamos el pasado al escenario de nuestra decisión como si fuera parte integrante del presente, “contaminando” así nuestra decisión futura.

La buena noticia es que podemos librarnos de este condicionamiento si sabemos que nuestro comportamiento está influenciado por él y tenemos la voluntad de superarlo.

Se dice que el mejor vendedor es el que antes pierde una oportunidad de venta. Esto es así porque la tendencia natural es dedicar cantidades crecientes de tiempo y esfuerzo a fin de “rentabilizar” todo el tiempo y esfuerzo que has dedicado con anterioridad. Lo inteligente, sin embargo, es admitir lo antes posible que esa venta está perdida y dedicar todo el tiempo y esfuerzo disponibles a otras oportunidades de venta.

Por otra parte, los estudios demuestran que mientras no admites haber perdido sigues justificando la situación y continúas “apostando” en la misma dirección de tu error, lo cual no sólo hace que cada vez te resulte más difícil salir de esa espiral, sino que a la larga te conduce a la catástrofe.

Si por el contrario reconoces que has perdido, automáticamente dejarás de incluir tus errores pasados a la hora de decidir sobre tus acciones futuras.

Lo primero que ganas con ello es aumentar enormemente la probabilidad de que tu decisión sea la correcta.

También ganarás tiempo, todo el que habrías perdido hasta que la catástrofe no te hubiera dejado más alternativa que admitir tu fracaso. Seguramente también ganes dinero, todo el que dejarás de perder. Y muy probablemente ganarás calidad de vida, porque te estarás evitando un buen número de desilusiones, enfados, frustraciones, relaciones dañadas y oportunidades desaprovechadas. Saber perder pronto es sin duda productivo.

Al final se trata de vivir la vida con deportividad. No pasa nada por equivocarse. Todos lo hacemos. Lo realmente importante es cómo reaccionas cuando te equivocas, cuando pierdes. Puedes negar la evidencia y echarle la culpa a cualquier factor externo, para poder seguir profundizando en tu error, o puedes simplemente reconocer que has perdido, olvidar lo ocurrido y volver a empezar sin el lastre de los errores pasados.

Yo te recomiendo que aprendas a perder. Tienes mucho que ganar.

Seleccionado por Camila Ubierna de Óptima Infinito, escrito por Jose Miguel Bolivar

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