Revista Cultura y Ocio

Aprender con usura

Publicado el 19 agosto 2009 por Anabel
APRENDER CON USURALos cuatro habíamos pasado la tarde en la playa. Cuando volvíamos nos dimos cuenta de que tendríamos que comprar algunas cosas para la cena. Así que decidimos pasar por un pequeño supermercado que nos pillaba de camino antes de regresar al hotel. Fue mi santo el encargado de entrar a hacer las compras en compañía de una de las gemelas. Mi otra hija y yo esperábamos fuera. Apoye mi brazo en una pared que hacía esquina con la tienda, al tiempo que vigilaba nuestros los bártulos (mochilas, cubos, palas y demás enseres) , Patricia (así se llama la pequeña canalla) optó por plantarme para subirse a una moto de esas a las que le echas un euro y finge movimiento, conocida universalmente como "cacharrito". Así, mientras ella recorría el mundo entero (imaginariamente hablando), yo puse mis parabólicas en modo automático dejando que recorrieran el grupo de gente que me rodeaba. De inmediato me llamó la atención un andaluz de sesenta y tantos años que se dirigía a una gitana quinceañera y su madre, que a la puerta del comercio vendían navajas (Ensis arcuatus, conocidas también como muergo) , almejas y moluscos bivalvos en general.
El hombre, delgado, calvo, con barba canosa, con ese deje grave que emplean los que saben ser convincentes, se dirigía a la chica diciendo "Hay que aprender con usura". ¿Aprender con usura? me pregunté yo, mientras seguro que fruncía el ceño y centraba mi atención de forma irremediable en ellos. Continuó el hombre sentenciando: "Aprender como el que tiene un tesoro, algo precioso". Las gitanas sonreían sin hacerle caso, como diciendo; ¡Que cosas tiene usted!, pero él no cesaba en su empeño de evangelizar, al menos a la más joven de ellas, para el mundo del conocimiento.
No creo que su charla fuera efectiva ante sus destinatarias principales, pero a mí me llegó al corazón, el concepto de "aprender con usura". Seguro que no es el término más adecuado, ni el de mejores connotaciones, o sonoridad, pero cualquier caso ha pasado a formar parte de mis escasos lemas personales. La pasión por aprender, por vivir, por atesorar conocimientos, que más que con usura, deberán repartirse en el futuro con la mayor de las generosidades.
El cuadro dramático-festivo se coronó instantes después cuando la policía local hizo acto de presencia, y un aguador avisó a las vendedoras ambulantes de forma inmediata. De repente el marisco y varias de las cajas conde se sentaban las mujeres, desaparecieron como por arte de magia. A la jovencita le entró la risa tonta, y la mayor entró en una pequeña carpa cercana al lugar, donde se vendían periódicos, pelotas, cubos, palas y demás elementos playeros por excelencia. Se cuidó mucho de poner cara de interés mientras tomaba en sus manos una revista. Miró hacia el lugar del delito, y de repente se dio cuenta que había dejado una caja, a la sazón mostrador improvisado de mercancías, en su lugar de trabajo. Momento en que se dirigió a mí, y con una tremenda sonrisa me dijo "Anda preciosa, escóndeme la caja", a lo que yo (colaboradora irredenta de delincuentes) me presté inmediatamente, mientras el catedrático nos miraba con cierto pasmo, y la policía se detenía en las inmediaciones.
Coloqué la caja de Coca-Cola entre mis cosas y continué observando al respetable. Las gitana mayor miraba revistas sin ver nada, la joven se moría de la risa, el aguador no quitaba ojo a los policías y el hombre que había soltado la mayor verdad de toda la tarde, se había quedado sin más destinatarios de su charla que uno de sus hijos, y un par de nietos pequeños. Mi hija continuaba dando caña a su Vespa imaginaria mientras esperábamos a su padre y hermana, que salieron antes de que terminara la vigilancia policial, por lo que tuvimos que abandonar las inmediaciones antes de que finalizara el evento. Eso sí, antes advertí a mis inductoras amigas de donde se encontraba la caja que les servía de instrumento para la venta. Quedo así demostrado, que estas mujeres también atesoran conocimientos, al menos para la venta ambulante sin permisos. Aprender con usura nunca sobra, pero no todo se aprende en los libros.

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