La buena gente del Círculo de Espiritualidad Progresista me han invitado a hablar de política y espiritualidad. El día que Trump bombardea a los sirios, regresé a la obra de Victor Frankl, para recordar que un mundo sin sentido es un mundo abocado a la guerra.
Publicado por Juan Carlos Monedero en Viernes, 7 de abril de 2017
Nos han robado las palabras y con ellas nos han robado la posibilidad de entendernos a nosotros mismos. La religión ha sido usurpada por las jerarquías, la política por los partidos, la democracia por las elecciones y la espiritualidad por la magia que convierte los sueños en derechos siempre y cuando se mercantilicen. Pero eso no nos acerca siquiera a la serenidad (de la felicidad, ni hablamos). ETA entrega las armas y algunos quieren quitarle importancia. Los mismos que pusieron de Ministro de Defensa a un lobbista de las empresas de armamento. ¿Cuándo nos volvimos locos? El Papa Francisco tiene mucha tarea pendiente con la igualdad de las mujeres, pero los pasos dados a favor de los más humildes le ha creado muchos enemigos. Hay cristianos que sólo aceptan la infalibilidad del Papas cuando es de derechas. Y si es reaccionario, mejor. Un Dios blanco, varón, viejo y enfadado. Comunión viene de común. Común de communis, que es lo contrario de inmunis, lo que no te afecta. ¿Cuándo dejamos de darnos cuenta de lo que pasa?
Incluso en los lugares donde hay mayor nivel de renta en Europa, la gente llega al final del día con antidepresivos, ansiolíticos, alcohol y otras drogas. Necesitamos recuperar el sentido. Que no va a estar en las jerarquías, en los partidos, en las elecciones ni en el consumismo. Decía Hegel que amar es dejar de ser para ser más. Cuando amas, no desapareces, sino que te multiplicas. A nuestros iguales podemos ponerles la otra mejilla. Pero sólo a nuestros iguales. A las mayorías. Tenemos un mundo lleno de vícimas votando a sus verdugos y hay que explicarles su error, no echarles en brazos de los que nos necesitan como combustible para su molino despiadado. Pero a los poderosos hay que pararles los pies para que no sigan sembrando tanto dolor. Sin violencia, pero con contundencia. Encerrarles no el campo de concentración en donde les gustaría vernos, sino en el cerco de sus contradicciones y sus mentiras. Por eso es esencial denunciarles, llamarles casta, explicar la trama detrás de la que se esconden y señalarles como responsables de tanta víctima. Que Aznar puede jactarse de la foto de las Azores y que no le expulsemos fuera de nuestra sociedad es una señal de que andamos bordeando el abismo. Ayer escuché frases luminosas: la vida está llamada a la plenitud, hay que encontrar el pasaje hacia los otros, la espiritualidad es el sentido de la vida, no una razón de dioses y claustros, la espiritualidad es la hondura de la materialidad y la corporeidad -esos cuerpos siempre despreciados por el catolicismo integrista que acunó a la dictadura en España- es la dignidad de la materialidad. La manos son parteras de vida. Luchemos por comida y sentido. Pan y rosas. Se lo dice un ateo no practicante.
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