Revista Comunicación

Aprender, escuchar y observar

Publicado el 06 febrero 2012 por Jaime

AUNQUE LO PAREZCA ESTE POST NO HABLA DE TENIS ¿Escuchar a todos o solo a los que saben? Ese es el gran dilema que se plantea cuando queremos aprender acerca de un determinado tema. 

APRENDER, ESCUCHAR Y OBSERVAR

Atención al significado visual de la imagen de cadenaser.com

Hace unos días Rafael Nadal sucumbió ante Novak Djokovic la final del Open de Australia de tenis. Ese día, con cinco horas de partido Twitter fue un hervidero de opiniones y frases críticas y de ánimo para ambos jugadores. Todos se apuntaron al carro, comentaristas, periodistas, deportistas, artistas, escritores y más fauna mediática. A los que hay que sumar toda esa jungla anónima de nombres impr0NunCiabl3s. 
En estos casos la pregunta es ¿con qué opiniones nos quedamos? Evidentemente los expertos son fuente primaria e innegable del conocimiento. Alguien que sabe de un tema no solo nos aporta grandes conocimientos sino que, además, debería saberlos transmitir y eso nos ayuda sin duda a aprender mucho y muy rápido. Pero, por otro lado, no podemos negar que todos tenemos una historia que contar y algo que aportar a la conversación. El problema viene cuando esta se sobredimensiona y todo el mundo quiere añadir su punto de vista y meter su pequeña frase porque el tema se ha convertido en Trending Topic. Como en todo, algunos aciertan y otros no.

APRENDER, ESCUCHAR Y OBSERVAR

Mundodeportivo.com
la sacó así de mona

Los fieles seguidores de Nadal que ven cada partido y conocen su tenis afirmaban que era un triunfo, que su forma de jugar cambia dependiendo de determinados factores, observaban, analizaban e incluían datos mientras el realizador de turno no paraba de pinchar la cámara que enfocaba a una exagerada novia del tenista serbio que sufría cada golpe de raqueta como si le fuera la vida en ello. Unos se quedan con el tenis, otros con el mundo que lo rodea... 
Ahora bien, la clave a veces está en ver ambos. Por eso tengo que decir a favor de aquellos que no sabemos todo de nada pero sí un poco de todo que la multidisciplinariedad implícita en nuestro discurso puede aportar puntos de vista curiosos e insospechados que un experto no llega a imaginar simplemente porque su campo de visión es más concreto y limitado.
Entonces... ¿en qué quedamos? ¿Nos fiamos de los expertos? ¿Escuchamos a los aficionados? ¿Despreciamos al resto...? 
El proceso de filtrado es necesario e inevitable pero lo mejor, en la medida de lo posible, es aprender de los primeros, escuchar a los segundos y no perder de vista a los terceros. ¿Quién sabe? Igual, de pronto, alguien dice algo interesante. 


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