Revista Ilustración
Admirose un portuguésde ver que en su tierna infanciatodos los niños de Franciasupiesen hablar francés"Arte diabólica es"dijo, torciendo el mostacho,"que para hablar en gabachoun fidalgo en Portugalllega a viejo, y lo habla mal,y aquí lo parla un muchacho".
En este sencillo y curioso epigrama de Nicolas Fernández de Moratín, escritor del siglo XVIII y padre de Leandro Fernández de Moratín. Se refleja una interesante realidad como es la facilidad del niño para aprender un idioma, y que le lleva a reflexionar que si es cosa de niños porque los adultos de otras partes que van a vivir allí no pueden aprenderlo con la misma soltura.
Todo esto se debe fundamentalmente a la poda sináptica, ya que existen estructuras cognitivas al nacer que permiten discriminar sonidos de cualquier otra lengua ademas de la propia, pero cuando los bebés van creciendo y únicamente escuchan hablar en su lengua materna, el cerebro se deshace también de esta habilidad para distinguir dichos sonidos específicos de otros idiomas.
Durante los primeros años de vida en el cerebro infantil se crean nuevas sinapsis, hasta 40.000 conexiones neurales por segundo. Esto le permite al niño, conocer su entorno y adquirir nuevos conocimientos a una gran velocidad, el problema es que con el paso del tiempo muchos de esos aprendizajes dejan de ser útiles.