Escribo menos. Estoy aprendiendo; de mis errores, de mis logros, de mis relaciones, del respeto que aún me debo, del que, por ello, todavía no recibo a manos llenas, de mis caídas, que ya no me dejan heridas, pero sí pequeños roces, que cicatrizan pronto con el bálsamo de la consciencia.
Vivo en un darme cuenta de que apenas nada sé, y sólo siento en mi la certeza de que nací para expresar mi ignorancia con palabras, las que cuando sé callar me reconfortan y, cuando no soy capaz… me enseñan.