Revista En Femenino

Aprendiendo a leer

Por Clau707

Aprendiendo a leer

Para hacer un cole maravilloso,
no se necesita mucho dinero, pero sí mucho amor


Piojilla descubrió las letras hace mucho, pero no ha sido hasta hace unas semanas que se ha interesado verdaderamente por entender lo que ponen, construir frases, darle verdadero significado a cada signo. 
La mayoría de sus compañeros leen ya y Piojilla sabe las letras pero no era capaz de hacer sílabas ni juntar palabras. No me preocupaba, en el sentido de que sé que algún día aprenderá, pero sí por el posible agravio comparativo: Me preocupaba el hecho de que el saber que sus compañeros leen y ella no, podría crearle algún sentimiento de frustración o tristeza. Pero no... ni pizca de ello. 
Una de las razones por lo que esto no ha sucedido (que Piojilla se sienta en desventaja respecto a sus compañeros) ha sido que en su colegio no "apuran" a los niños a leer. Les presentan las letras como símbolos de cosas que conocen; objetos con los que pueden jugar. No silabean, ni repiten una y otra vez ma-ma-ma, pa-pa-pa, y mucho menos rellenan fichas con la misma palabra 100 veces escrita, sino que descubren palabras enteras con algún tipo de significado en su pequeño mundo. 
Es decir, desde que son pequeños, tiene a su alcance "letreros" con sus nombres, días de la semana, menú de cada día, etc... con ellos, los niños hacen listas (por ejemplo de los alumnos que han venido y los que no. Cada niño conoce primero su propio nombre y poco a poco va "conociendo" los nombres de otros), de lo que comerán, del día que es hoy y a quién se nombra encargado de la jornada (eso es algo que les encanta: sentirse útiles y especiales; traer folios, hacer pequeños encargos, traer la merienda o pedir algo a la secretaria).  
Así, los niños saben y reconocen las palabras con las que se relacionan a diario: Pablo, mesa, pollo... pero Piojilla sólo atinaba las iniciales y de palabras enteras, nada.
Hace unos días en el patio, comenté a una de las profesoras del cole que como madre tenía la tonta sensación de que debía hacer "algo" al respecto porque Piojilla no leía. Ésta, con su alegre acento canario me dijo: ¿Cómooo? ¡¡¡Claro que lee!!! ¿No reconoce símbolos? ¿Cuando ve logotipos, a que sabe a qué marca pertenecen? ¿A que sabe la letra de su nombre y la ubica en otras palabras que ve? Claro que lee! poquito, pero lee. No digas que no lee. Lo demás ya vendrá... 
Me sentí feliz de no tener presión para presionar a Piojilla a alcanzar la meta de la lectura. Somos libres. Las herramientas están ahí, en la vida cotidiana. Es en el acto de vivir que descubrimos signos y le damos sentido. Al descubrir la letra, la palabra y la oración, al niño se le abre un mundo maravilloso. Pero todo a su tiempo. 
Antes de ayer fuimos al cine. Piojilla se paró frente a la cartelera y de repente masculló: SA - LA. SALA. SALA 4. Me quedé muda y le pregunté: ¿Qué dices? SALA 4. La peli es en la sala 4. Sonrisa de oreja a oreja por parte de la pequeña, seguida de un abrazo tan grande de su madre que por poco ahoga a la pobre Piojilla: Ya lees!!! Piojilla! Has leído!!  
De momento no sabe mucho más. Todo llegará. Pero el saber que el mundo de las letras -este mundo que me regala tantos momentos hermosos- está tan cerca ya, me emociona muchísimo. 
El año pasado pregunté a otra de las profesoras ¿a qué edad aprenden a leer los niños aquí? La respuesta me la dio sin dudar y encierra el alma y espíritu del colegio: Cuando están preparados. 
Efectivamente, ni un día antes. :-) 

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