Asombro. Cuando somos testigos de una obra maestra no podemos menos que sentir asombro. Hacía tiempo que no revisitaba el Julio Cesar de Shakespeare. Hace unos días me dí el capricho (con unas entradas que me costaron poco más que un cine) y pude disfrutar de un esplendido montaje con excelentes actores. ¿Cómo conseguir una clase magistral de psicología, mezclada con reflexión, entretenimiento y buen gusto? Wiliam Shakespeare lo consigue con una obra de teatro donde nos muestra que con pocos elementos, básicamente un texto y ocho actores, es posible hacer algo mucho más brillante que una charla TED. Y estamos hablando de 1599, sin tecnología punta, Wikipedia ni smartphones.
A nivel sanitario veo contínuamente como surgen muchas iniciativas de innovación basadas en tecnología. Florecen como setas y al poco tiempo desaparecen. ¿Seremos capaces de conseguir impacto con iniciativas sencillas pero brillantes? ¿Podremos aprender del dramaturgo inglés a contar mejor las cosas?
La vida, a fin de cuentas, no es más que una sucesión de relatos. Saber contar historias de la mejor manera ha sido un reto para la humanidad desde sus comienzos. Tal vez haya llegado la hora para que los profesionales sanitarios salgamos a escena y nos atrevamos a mostrar que la salud es algo más que una suma de diagnósticos y tratamientos. Algo natural e innato que solo requiere ser fieles a nuestro diseño.