Revista Cultura y Ocio

Aprendiz de brujo

Por Aceituno

Hoy me siento inquieto, como si estuviese esperando algún tipo de malas noticias, lo cual es muy raro en mí porque jamás fui bueno en el arte de predecir el futuro ni tuve contactos misteriosos con el más allá. Ni siquiera me duelen las rodillas cuando va a llover. Cero patatero en cuanto a saber lo que pasará mañana. Pero no puedo librarme de esta inquietud de hoy.

Es una sensación muy difícil de describir. Creo que empieza por el estómago y termina en la garganta, como si primero quisiera revolverme las tripas y después dejarme sin aire. Aunque sin aire estoy casi siempre. Con esto de perder capacidad pulmonar, resulta que cada dos por tres me encuentro con que me falta el aire y me quedo sin resuello. Qué importante es poder respirar en condiciones y qué poca importancia le damos cuando no nos pasa nada malo. Porque, la verdad, cuando no nos pasa nada malo, no podemos ni imaginar como será cuando sí nos pase. En ese sentido siempre tenemos los ojos cerrados y no los abrimos hasta que ya es demasiado tarde.

Tal vez por eso yo, ahora mismo, estoy empeñado en que va a suceder algo malo, porque a lo mejor me gustaría poder prevenirlo de alguna forma, hacer algo para paliar los efectos que tendrá lo que sea que vaya a suceder. Insisto en que no suelo tener este tipo de presentimientos, lo cual lo hace aún más verídico y aterrador porque son muchas las cosas malas que pueden sucederme. No las enumero para no tentar a la suerte, pero en mi estado la lista es larga. Y además tampoco sirve de mucho saberlo porque poco podré hacer cuando suceda. Dejarme llevar y que los médicos dispongan.

No puedo evitar pensar en que ya no recuerdo cómo es la sensación de estar bien del todo, sin dolor, ni fatiga, ni falta de aire, sin un tubo colgando desde tu pulmón, pudiendo dormir a pierna suelta o darme una simple ducha en condiciones. No recuerdo como es. Lo único bueno de todo esto ha sido que se ha fortalecido el amor entre mi chica y yo, así como mi relación con mi hermana, pero ¡a qué precio!

Pero no divaguemos. Las cosas están como están y yo no las puedo cambiar, así que no tengo más remedio que aceptarlas y punto. Lo mismo que este presentimiento de hoy. A lo mejor resulta que solo es una pequeña indigestión, por eso me duele el estómago y la sensación de asco y malestar llega hasta la garganta. He sido aprendiz de muchas cosas, pero de brujo jamás.


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