En una de las cuatro sesiones de esta semana tuve el honor de hacer de telonero de los grandísimos Victor Küppers, Dani Delacámara y de Leopoldo Abadía. Una jornada de trabajo para Fasga, una federación de sindicatos que nadie imagina que puedan existir: independientes, que no viven de la subvención sino sólo de las cuotas de sus afiliados y que su lema y su filosofía real de acción es: "Responsabilidad y Futuro". Tras las sesiones tuve el gusto de llevar a Leopoldo a su hotel y en el trayecto subterráneo por la M30 de Madrid fuimos hablando entre otras muchas cosas, de la situación actual del país y del descrédito en el que ha caído casi toda la clase política e institucional.
Me acordé que no hace mucho, una noche leí a Almudena y Mariola (mis hijas pequeñas) un cuento de un viejo libro que encontré en casa de mis abuelos.
Decía que el agua, el viento y la verdad firmaron un acuerdo de hermanamiento. La verdad y el agua preguntaron al viento:
- Amigo, como tú eres muy rápido y avanzas por el mundo a gran velocidad, tendríamos que saber dónde te podríamos encontrar si algún día te necesitamos.
El viento les contestó que le encontrarían en el cañón que hay entre las sierras, y que si allí no lo encontraban, que preguntaran al álamo temblón, porque de allí nunca se movía.
La verdad y el viento le preguntaron al agua dónde encontrarle si le necesitaban.
- Me encontraréis en las fuentes, y si no, buscadme entre los juncos verdes, pues de allí no me iré nunca.
Y el agua y el viento preguntaron a la verdad dónde encontrarla el día que la necesitaran. Y la verdad les dijo:
- Amigos, mientras me tengáis entre las manos guardadme bien para que no me escape, porque si de vuestras manos me voy algún día, jamás me podréis encontrar, ya que por mi naturaleza aborrezco a quien una vez me abandona. Pues pienso que el que una vez me desprecia no es digno de tenerme.
Aprieta fuerte tus manos para no perder jamás la verdad. Que no te pase como a tantos que llenan portadas de periódicos.