Vivir es una Esencia
Estar viva, respirar, sentir latir el corazón,sentir hambre, sed, tristeza, alegría… Estoy tan acostumbrada a estarlo, pero ¿que pasa si nunca pienso en la muerte?, ¿ acaso soy inmortal?…
Muchos días de mi vida pase sin pensar en ello, siendo tan superflua que olvide lo que realmente es vivir, me encaje en ciertas conductas, patrones y horarios que hacían que olvidara las cosas sencillas y elementales de la vida, Tal vez no solo a mi me ha pasado, tal vez también has pasado por esto.
A veces pasan cosas en nuestras vidas que vemos negativamente y cosas tan pequeñas que en realidad si incomodan, pero no son para amargarnos el día, y decidimos darle la importancia que no merece, quitando la mirada de lo que si importa.
Hay detalles como una sonrisa, un saludo, el canto de un pájaro en la mañana, poder ver las estrellas, sentir la brisa, hablar con tu familia, tantas cosas que nos regala la vida que dejamos a un lado por estar enfocados en los problemas o en lo material.
Huellas en el Alma
Hace ya casi un año pase por algo que me hizo reflexionar, un sábado antes del día de las madres, me prepare y fui al trabajo, camino al trabajo iba pensando en que compraría de regalos para mi bisabuela, abuela y madre, por ese día especial. En el transcurso de la mañana fui y compre una loción para mi abuela y pensé comprarle a mi madre y bisabuela unos dulces, luego regrese al trabajo a continuar con la jornada. Estando ahí, recibí una llamada, era mi madre, su voz se oía baja y triste, solo me dijo: – Hija, Enma murió.- Yo solo corte, di una vuelta y fue como si se detuvo el tiempo, llore, sentí el abrazo de mi compañera de trabajo y una cliente, tome un paraguas y bajo la lluvia camine hasta casa de mi abuela, donde estaban ellas; las tres personas mas importantes en mi vida y que me vieron crecer.
Caminaba y la lluvia era intensa, sentí en un momento que el paraguas no me cubría, llegue a la casa y mi abuela me abrió la puerta, solo la vi, no cruzamos palabra, nuestros ojos hablaban. Entre al cuarto y la vi ahí con sus ojos cerrados, sin poder sentir, oírme, moverse y en ese momento pensé: si tal vez esa semana no hubiera trabajado tanto podría haberla visto ese día con vida, en que ya no valían los dulces que quería comprarle y me arrepentí de no haber sacado tiempo los días anteriores para verla, confié en que la vería el domingo y le daría un detalle por ese día.
Ese día marco mi vida, y decidí que no pensaría tanto en lo material sino en el tiempo, el amor, las llamadas, la dedicación que merece mi abuela, mi madre, y toda mi familia. Estamos aquí, pero no sabemos cuando partimos, debemos dar lo mas valioso, que al final, “no son cosas materiales”.