Repasa el autor la trayectoria de las selecciones nacionales durante el XX, una narrativa, la de aquel deporte español, se basó hasta bien entrados los años ochenta, en la épica de la furia y del fracaso. Eran aquellos años, ¿recuerdas Hornuez? de caer siempre en octavos en cualquier Grand Slam, de volver a casa con cuatro medallas y del a mí el pelotón Sabino que los arrollo.
Todo cambió en los noventa. No fue solo Barcelona 92, que también. Fue un país que empezaba a desarrollarse, alcanzando ya niveles de vida propios de la Europa continental. La España moderna y europea que transmitía en los campos de juego la imagen de un país abierto y cálido. Como recuerda el autor, la narrativa se fue perdiendo en todos los deportes excepto en el fútbol, donde hasta 2006 aún se seguía hablando de maldiciones. Todo cambió en 2008, y yo bien que pensé que no lo vería nunca.