El fútbol es así. Se llena de tópicos, producto la mayoría de ellos de los caprichos del resultado. Así, tras el partido, se escucharon voces como las que hablaban del partidazo del equipo gallego. Y ello porque a la postre ganaron, pero qué hubiera pasado si terminan goleados, como pudo ocurrir muy fácilmente. Seguro que ninguno de los ‘sabios’ que glorificaron tal gesta, como sin duda fue, hubiera calificado el juego de los celtiñas de esa manera. Y entonces, en torno a esa pírrica y muy afortunada victoria se entonan cánticos de gloria. Que si fue un equipo valiente disputándole al Barça el control del juego, que si lleva jugadores de muchos quilates, etc. Y es verdad, hizo un excelente partido aunque hubiese acabado perdiendo cuatro o cinco a uno. Pero claro, en tal caso los mismos sabios anteriores hubiesen dirigido sus alabanzas a los blaugranas y, como mucho, hubiesen pontificado sobre la buena pinta de los de Vigo. Incluso achacándoles ingenuidad por tratar de disputarle a sus poderosos rivales la posesión de la pelota y el buen gusto en el toque. Siempre ha sido así. Al fin, como decía el clarividente doctor Ripoll, don Salvador, la tabla es la manda.
El Madrid, por el contrario, está haciendo bueno su juego, con más o menos sombras, porque su ataque es como certero un órgano de Stalin; aquellas baterías de artillería infernales, compuestas por varias filas de cañones superpuestos que lanzaban al unísono media docena de obuses hacia el mismo objetivo alemán en la II Guerra Mundial. Dice Casillas que no sabe si está ante el mejor Madrid en el que él ha jugado. Y puede que sea así. De lo que no hay ninguna duda es que cuenta con el mejor goleador de su historia, como hemos reiterado, Cristiano, en un estado de forma inmejorable, muy bien acompañado por el mejor Benzema desde que viste de blanco, ¡ya era hora!, con la sutil colaboración de Isco, James, Modric, Kros y Carvajal, y la actuación estelar del renacido Marcelo. Todo ello sin olvidar las aportaciones a tal sinfonía de sus centrales goleadores. Todo un equipazo, que esperemos que siga dando su medida en Europa. Si es así, pocos títulos se le pueden escapar esta temporada. Nuestra fortuna, para que la liga española siga teniendo interés, es que el Atlético, el Valencia y el Sevilla sigan su buena racha y le aporten picante. De lo contrario, será el poderosísimo dueto merengue y culé quien lleve en todo momento la voz cantante. De momento, la cabeza está tan animada que cabe en un pañuelo y en la cola ya se divisan quienes al final ocuparán los puestos ruinosos.Esta semana abrimos jornada europea para definir los equipos que empezarán la verdadera Copa de Europa; la de las eliminatorias a doble partido. Esa fase en la que los errores se pagan con la eliminación. Ahí es donde los aspirantes al título no pueden fallar, y en la que nuestros campeones deben dar su auténtica medida. Y volverán los tópicos. Según sea el resultado los supuestos sabios de siempre entonarán cañas o lanzas. Y dependerá, como habitualmente ocurre, de que la pelotita derive unos centímetros a un lado o al otro en lugar de reflejar en sus comentarios lo sucedido de verdad en el encuentro. Y entonces se sucederán las consabidas conclusiones pontificantes, como si el fútbol fuera una ciencia exacta, asegurando cosas que demasiadas veces solo suceden en circunstancias casuales. La suerte es consustancial en este juego no solo cuando hay que dirimir entre igualdades sino en muchas otras ocasiones. Cuántas veces hemos visto que la sabiduría futbolística de algunos entrenadores laureados se ha cimentado en la fortuna de encerrarse atrás con todo y rezar para que la suerte le acompañe; el famoso autobús. Y cuántas otras, cuántos palos se ha llevado el mismo, o jugando bien, porque los palos no han sido sus aliados. ¡Atento, Luis Enrique! Ancelotti holla ahora la cumbre, pero ¡ojo también!