Atrevámonos a participar.
La mayoría de los ciudadanos están hartos de la política. Es innegable que en nuestro país, vivimos una crisis de representatividad y que los partidos políticos se presentan como instituciones corruptas, alejadas de las necesidades de la gente. Como grupos que más que representar a los diferentes grupos sociales, solo están enfocados en ganar elecciones “a toda costa” y beneficiarse de su posición al estar en el poder.
Ante este hastío de los partidos y los procesos electorales, una gran parte de la ciudadanía ve de manera negativa el proceso electoral. En lugar que se sienta animada por elegir a sus nuevos representantes, en las calles se vive un humor social más de lamento, al saber la cantidad de basura, tanto residuos como basura en los mensajes que está por venir.
Con estado de desencanto ante los procesos electorales en México, el desinterés es mayor, así como los niveles de abstencionismo. Incluso existe un movimiento creciente que pugna por no votar de manera consiente, con el fin de no validar las elecciones como ciudadanos. La verdad es que el impacto real de estas estrategia, más allá de que mal comunica el desacuerdo ante el sistema electoral, no tienen un impacto real. No llegan a modificar las formas, leyes ni reglamentos. El mismo sistema puede “funcionar” con niveles de votación risorios. Hay propuestas de cambio social más radicales, que proponen cambiar las cosas de maneras violentes. Parece incongruente querer mejor las cosas generando violencia, muerte y desesperanza. Casi siempre son ideológicas radicales, que justifican todo asegurando que un mejor futuro utópico vendrá y que el camino de la violencia es el único para llegar a la justicia social.Pero la verdad es que el cambio natural de las cosas no sucede de la noche a la mañana. El ser humano es un animal de costumbres y hábitos. Sería por demás lógico que el cambio social debe obedecer a una dinámica de gradualidad temporal similar. Es decir, no de la noche a la mañana alguien que tiene un hábito muy arraigado y puede cambiar de manera instantánea. El cambio es una cuestión de hábito. Por ejemplo, el cambio es un estado que incomoda a nuestro cuerpo ya que al adquirir nuevos hábitos, estamos dejando otros hábitos a los que ya estamos acostumbrados, que son “cómodos” de manera inconsciente para nosotros. El cambio es un esfuerzo por salirnos de nuestra “zona de confort”.
Así sucede también en las sociedades. En México falta mucho por hacer para tener un sistema político decente. Pero es innegable que los cambios, avances y triunfos por un mejor sistema, casi siempre han sido canalizados por la vía institucional. Es decir, son consecuencia de procesos constantes por actores que decidieron cambiar las cosas, que comprendieron que el cambio real se logra a través del cambio de las leyes, las instituciones y la cultura de los mexicanos.
La apertura del sistema político mexicano obedece a esta dinámica. Ahora los candidatos independientes son un ejemplo. Si bien compiten en desventaja real ante los partidos políticos, tanto en financiamiento, requisitos y ante leyes estatales injustas, no podemos negar que es un modelo que abre la puerta para minar el monopolio de los partidos políticos por el acceso al poder.
Es por eso que para crear INSTITUCIONES POLÍTICAS E INSTITUCIONES POLÍTICAS INCLUSIVAS, como lo proponen Acemoglu y Robinson en su clásico moderno “¿Por qué fracasan los países”? los cambios son graduales no inmediatos. En su exhaustivo estudio de casos alrededor del mundo y la historia, determinan que el factor de éxito de los países exitosos en términos de bienestar social, obedece a las INSTITUCIONES POLÍTICAS E INSTITUCIONES ECONÓMICAS INCLUSIVAS que tienen la capacidad de generar los países. Pero estos son procesos históricos de mediano y largo plazo.
Es por eso que los pequeños logros como la participación de los independientes, la apertura del sistema o la reducción temporal de las campañas, son positivos porque obedecen a una dinámica histórica de esfuerzo por cambiar el sistema. Son un triunfo de la participación de muchas personas a lo largo de muchos años. Esfuerzos que superaron un liderazgo, un partido, una institución o un personaje. Logros que se hacen realidad por el esfuerzo de miles de ciudadanos que se atrevieron a participar.
En nuestro país es difícil ya que nos enseñan a polemizar, lo cual es una capacidad de la democracia: la libertad de opinión y la construcción del acuerdo. Nos enseñan que “De política, de religión o de Futbol” no se discute, ya que no se llega a nada o alguien se acaba enojando. No tiene por qué ser así. Los temas son lo de menos, cuando no estamos capacitados para escuchar, escuchar realmente sin prejuicios; cuando no sabemos discutir y pensamos que cualquier diferencia de opinión a la mía, es un acto de negación hacia mí mismo, una ofensa hacia lo que creo y debo de reaccionar de manera defensiva para protegerme. Pero el escuchar, comunicar, platicar y debatir; son actividades que como cualquier otras, se deben de ejercitar y entrenar. La Tolerancia y la Prudencia solo deben ser valores que debemos de practicar como sociedad.
Al final, la mayoría de los mexicanos conocemos nuestros problemas. La mayoría estamos hartos de nuestros partidos políticos, sus integrantes y como funciona nuestro sistema político. Es hora de pasar de la indignación a la acción concreta. Es hora de pasar de la queja a la solución. Es hora de dar el pase de la manifestación del enojo y hartazgo, y pasemos a la organización para buscar estrategias efectivas que nos mejoren como sociedad.
Y sí. El paso será lento. Habrá muchos descalabros y derrotas. Pero al final, es el camino donde los cambios reales y que más perduran se logra. Sustituyamos el hartazgo por sentimiento equilibrado entre el conocimiento de nuestra desagradable situación son la seguridad de que si participamos y actuamos, las cosas puede y cambiaran. Sin que esto nos derrote. Al final es cuestión de actitud.
Esto no es más que una pequeña reflexión para todos aquellos ciudadanos que ya están hasta la madre de la política, y cuyo hartazgo hacia las elecciones no se pueden definir con ningún otro adjetivo.
@PachecoPeral