Voy a llegar a las vacaciones que si me las retrasan un día más no lo cuento. Qué hartazgo de vida. Que La Primera tenga colegio hasta el treintaiuno de Julio se me antoja infumable. Claro que me lo tengo merecido por marcarme un overbooking de libro. Una que se tiene por todopoderosa no calcula y se apunta a un bombardeo. O más bien a veinte. O, lo que es peor, monta el bombardeo y se le apuntan los demás.
Les hago un croquis de mis tres últimos meses para que entiendan la desazón que me embarga.
Nos mudamos de casa el último fin de semana de Abril y el uno de Mayo, festivo, deshice la última caja y nos fuimos a un festejo cinegético en casa de unos amigos. El Marido se fue de viaje tres días. El siguiente fin de semana hicimos dos barbacoas de inauguración, y el miércoles llegó otra mudanza desde España. Ese jueves vino mi amiga la de Toulouse con su hija de visita. El sábado organizamos sarao en casa para ver la final de la Liga de Campeones. El Bayern perdió. El lunes se fue esta amiga y el martes llegó mi amigo el socio para trabajar a destajo. El sábado le dejamos en el aeropuerto y seguimos de camino a Kassel a bautizar a la ahijada de El Marido. El domingo nos fuimos a casa de mis suegros. Dejamos a las tres mayores y nos fuimos con La Cuarta a Hamburgo a casa de otros amigos. El Martes por la mañana el marido voló a Munich, yo recogí a las niñas en Hannover y nos fuimos en coche a Frankfurt a visitar a mi amiga la de Albacete. Pasamos allí tres días y el viernes me volví con ellas a Munich.
Tres días en casa y el martes viaje de trabajo a Madrid con las cuatro y tres horas de escala en Zurich. Volvimos el viernes después de muchas reuniones y otras tantas cenas. Ese fin de semana para no variar invitamos a amigos a comer a casa. El jueves empezaron a llegar los invitados al bautizo de La Cuarta que celebramos el Sábado dieciséis de Junio en casa con treinta adultos, quince niños y cuatro bebés. De jueves a martes en casa dormimos seis adultos y siete niños. El Martes El Marido se fue de viaje tres días. Ese fin de semana teníamos una fiesta en Frankfurt pero nos pudo el agotamiento y cancelamos. Para compensar estuvimos viendo el fútbol en casa de unos amigos.
El jueves veintiocho de junio me dio un arrebato y abrí el blog. El viernes hicimos una barbacoa con amigos en casa. El sábado por la mañana yo llevé a las pequeñas a un cumpleaños y El Marido a La Primera a un ensayo de ballet y a otro cumpleaños. Por la noche tuvimos un fiestón de cuarenta cumpleaños y nos acostamos a las seis. El domingo tuve que trabajar, vimos a España ganar la Eurocopa y el martes me fui de viaje de trabajo a Madrid con La Cuarta.
El fin de semana siguiente nos dimos a la paella con amigos e hijas múltiples. Una semana después vinieron otros amigos con descendencia a pasar el fin de semana a casa. El Sábado subsiguiente fuimos a comer por ahí, el domingo vino un octogenario a comer a casa y por la tarde yo llevé a las mayores a un cumpleaños. El miércoles nos enviaron a El Soltero desde Ciudad del Cabo. Otro viernes más con cumpleaños y once niñas pernoctando en casa. El sábado estuve de guardia y el domingo cominos dieciséis personas en casa. Yo tuve gastroenteritis y El Marido un coma etílico. Hoy lunes toca hacer maletas. He puesto seis lavadoras y me quedan dos.
A esto súmenle la vida en general: El colegio, los deberes, los pediatras, el ballet, los virus y la agenda social de las niñas y entenderán porque hoy, más que nunca, necesito vacaciones.
Y las necesito ya. Como el comer.
Filed under: El ocio y otros seres invisibles Tagged: Alemania, Conciliación, Cumpleaños, Dormir, El Marido, Hijos, Madres, Madres blogueras, Niños, Padres, Viajar con niños, Viajes