Este fin de semana ha concluido la aventura de 630 naufragos rescatados frente a las costas de Libia por el barco de SOS Mediterranèe Aquarius. Rechazado su desembarco en Italia por el gobierno de ese país, finalmente han navegado, repartidos también en otros dos navíos de la Guardia costera italiana, el Dattilo un barco de rescate y el Orione, una patrullera de altura, hasta Valencia: 700 millas marinas de nada. Ello ha sido posible por la decision del nuevo gobierno socialista español de ofrecer acogida en España a todos los ocupantes del Aquarius. Entre ellos hay más de 80 menores no acompañados (MENAS), cuyo destino está aún por decidir. Se trata de un episodio más de la continuada tragedia del intento de llegada a los paises europeos de gentes proviniendo de los peores lugares del mundo en busca de una nueva vida, de una oportunidad que les es negada en sus lugares de origen. Y que está transformando el Mare Nostrum de los romanos en el Mare Mortum de la actualidad.
No podemos aquí entrar en las complejidades del problema ni en la preocupante actitud de los gobiernos europeos y las instituciones que supuestamente los mantienen politica y economicamente unidos. La eclosión de movimientos populistas, nacionalistas xenófobos en varios países, en España protagonizado por el partido Ciudadanos, hace el problema más complejo.
Sobre el tema de la emigración hemos escrito en este blog ( y 2) anteriormente, así como en otros sitios (Bibliografía propia), Y alguna cosa sobre los “MINAS”, Menores Inmigrantes No Acompañados, que incluye MINA (Menores Inmigrantes No Acompañados), MEINA (Menores Extranjeros Indocumentados No Acompañados), y MMNA (Menores Migrantes No Acompañados). O sea que alguna idea nos hemo hecho sobre el tema.
Desde el momento que tomen tierra y salvadas las exploraciones sobre su salud física, la principal cuestión va a ser su estatuto legal. La legislación separa, más o menos arbitrariamente, los emigrantes, generlmente por motivos económicos, de los refugiados que huyen de situaciones de conflicto bélico más o menos activo que ponen en peligro sus vidas. En cada clasificación se ocultan numerosas trampas legales. Por ejemplo los refugiados se pueden quedar cinco años. Pero no más. Y durante esos cinco años no pueden tener un empleo asalariado porque se les da una ayuda!! Los menores podrán ser acogidos, pero en cuanto cumplan los 18 años, lo que puede estar a la vuelta de la esquina, recibirán el mismo tratamiento que otros inmigrantes.
Lo que es cierto es que la totalidad de los que llegan por medios irregulares a las costa de Europa huyen de situaciones de extraordinaria dureza: hambre, carencias, guerra, muerte y desolación. Y por eso se juegan la vida en una patera o un cayuco después de haber superado infinitas penalidades hasta llegar a la costa.
Son náufragos. Y las leyes del mar son muy explícitas sobre el derecho que les asiste y la obligación de socorro que tienen los navegantes. (Por cierto, ¿alguien se cree que los potentísimos radares de los navíos del VI Flota de los Estados Unidos desplegada en el Mediterráneo no detectan todas y cada una de las embarcaciones que parten de las costas de la Cirenaica? Son náufragos sacados del mar, emigrantes porque se van de su tierra y refugiados porque huyen de la muerte, sea la causa la violencia, el hambre o la enfermedad.
Podríamos felicitar al gobierno español por su decisión de acogida, pero en realidad no hace más que cumplir una obligación.
Esperamos que todos los menores desembarcados reciban el tratamiento y el cuidado al que son acreedores.
X. Allué (Editor)