Revista Opinión

Aquel Jarrón

Publicado el 18 enero 2019 por Carlosgu82

Cayó al suelo. Antiguo y al mismo tiempo reluciente, cayó al suelo. La furia de un viento repentino y punzante la tornó pedacitos que se diseminaron sobre las rústicas e inmutables baldosas. Cerámica sobre cerámica, un charco de sangre brotando a base de lágrimas. Pieza digna del milenario arte oriental por su belleza y delicadeza, cayó al suelo.

Un segundo bastó para que aquel jarrón, en apariencia sólido como una roca, cediera desde su pedestal, y una sorpresiva fragilidad desfigurara la armonía de su silueta y la tersura de su superficie. Un segundo. Un grito breve y perturbado, para que los sutiles motivos delineados a pincel y los colores vivaces que lo arropaban quedaran desvanecidos. Un golpe brusco, para aniquilar instantáneamente años, noches y días de manos infatigables forjándolo, y desdibujar aquellas sonrisas que provocaba el contemplarlo, el tocarlo, el vivirlo. Cerrar los ojos, volver a abrirlos, y encontrarse en un escenario diferente, regado por el dolor de perder aquello que alguna vez guardó en su interior deseos en común, emociones compartidas.

Y aunque se escuchen voces que aconsejen intentar repararlo, ni el más efectivo de los adhesivos podrá devolverle al jarrón su esplendor de antaño. Las marcas de la rabia triunfante cantarán altaneramente su victoria a simple vista. Los trazos que cruzaban exquisitamente su faz habrán quedado atravesados por surcos renuentes a cicatrizar, y el arco iris que se fundía con ellos para iluminarlos, enterrado bajo la oscura tristeza de las almas que nunca más andarán juntas el mismo camino, respirando el perfume de las flores de la alegría, abrazándose en la defensa frente al embate de las espinas. Nunca más, a la par en el camino de la vida.

Cayó al suelo. Tesoro de amor hecho esquirlas desparramadas frente a pies angustiados, momentos vueltos dagas prestas a clavarse en el corazón.

Adiós, amigo.


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