![Aquel verano en el Apolo Aquel verano en el Apolo](http://m1.paperblog.com/i/268/2684212/verano-el-apolo-L-wzVP9P.jpeg)
Aquel verano fue decisivo para lanzarme de cabeza a la arena literaria, impulsado por los ánimos de los amigos y por ese ambiente peculiar que transmitía el Café Apolo. Un lugar irrepetible, que fue construyendo su personalidad única no sólo a través de sus propietarios, como Juan Carlos y Eva, sino que fue definiendo la clientela que acudía allí a la busca de un sosiego creativo, una atmósfera donde la conversación fluía y el jazz suave sabía puntuarla. Donde la gente no hablaba a voces y todos sabían escuchar.
Hoy resulta difícil encontrar establecimientos así, lo más parecido puedo encontrarlo en el Café Paraíso, donde la selección musical de su propietario, Jesús Colino, aunque diferente, más orientada al rock y al folk-rock, consigue que las conversaciones no se malogren. No hay, por desgracia, la presencia de la gastronomía de Villarroel, pero sí el aroma de un buen vino de Toro.El verano en Oviedo, sosegado, tranquilo, es un tiempo de gran creatividad para mí. Es como si todo se detuviera, se tomara un respiro, se congelara en un punto donde uno consigue olvidarse de la ciega competitividad feroz, de los enemigos y sus zancadillas, de las envidias y sus constantes puñaladas traperas, de los mediocres y arribistas que pretenden silenciarte o ningunearte. De unos días para saborear con gusto sin que nadie te los pueda agriar. Como en aquel verano en el Café Apolo.MANOLO D. ABAD Publicado en la edición papel del diario "El Comercio" el sábado 28 de julio de 2014