Revista Cine
Aquelarre. Ensoñaciones terroríficas en tierras españolas.
Publicado el 15 diciembre 2010 por Crowley"Y su efecto hace que, de pronto, tenga del hombre la percepción -repugnante en el más genuino sentido de la palabra- de algo como una langosta, una más entre las langostas de una plaga que bulle sobre un mar de sangre negra. Los observo mientras se alejan: la niña con unos pasitos desacompasados y él emitiendo sonidos de masticación. Finalmente, ambos se pierden entre los huevos de oscuridad que están siendo incubados bajo los farallones de nuestros edificios".
(Extracto del microrrelato "El espanto", de Angel Oloso)
Queridos amigos, apaguen las luces, enciendan las velas, pongan música de fondo, cierren todas las puertas y ventanas, ármense de valor y prepárense a pasar miedo... Mucho miedo...Ya he confesado en más de una ocasión lo asustadizo que soy. A pesar de ello, no puedo evitar sentir cierta emoción cuando me encuentro ante un producto de terror (ya sea película, o libro como en este caso). Y sí, admito que muchas veces he visto esas películas (preferiblemente de noche) con la mano tapándome el rostro y dejando una leve apertura entre mis dedos para, aunque fuese de reojo, mis ojos pudiesen abrirse de par en par ante lo que se proyectaba ante ellos. Recuerdo las noches en vela que pasaba, en mi infancia (y algo más mayor), tras leer un cuento de terror o ver una película de horror. Sudaba y temblaba bajo las sábanas de mi cama, y me cubría totalmente creyendo que así, el monstruo que entrase en mi habitación, no me vería... Irracional, cierto, pero...
Somos así, no lo podemos evitar. A casi todos nos gusta sentir miedo y pasarlo mal.
Y si ustedes se sienten identificados y se sienten atraídos por el terror en todas sus formas y materializaciones, disfrutarán de la lectura de "Aquelarre", recientemente editado por Salto de Página.
Lo siniestro, el unheimlich freudiano, está, siempre ha estado, ahí, agazapado entre las sombras, acompañándonos desde el mismo momento en el que conocimos las tinieblas al ser expulsados del paraíso: "el cuento de terror es tan antigüo como el pensamiento y el habla humanos" escribió sabiamente Lovecraft.
"Aquelarre" es una antología de cuentos de terror que tienen el honor de ser narrados por nombres tan ilustres como Juan José Plans, Cristina Fernández Cubas, José María Latorre, Pilar Pedraza, Norberto Luis Romero, José Carlos Somoza, Juan Ramón Biedma o Santiago Eximeno, entre otros.
Lo interesante de esta selección, además de por sus autores, es que se trata de una recopilación de narraciones patrias, algunas ya conocidas y otras inéditas en las que se ha de destacar, también, el prólogo firmado por Antonio Romar y Pablo Mazo Agüero, que es formidable y muy, muy disfrutable, analizando tanto los conceptos frudianos del miedo como haciendo un repaso a la literatura de horro a lo largo de la historia.
Este compendio de miedo y misterio nos llevará hasta tierras misteriosas. Conocidas algunas, nuevas otras, pero siempre sugerentes y, como mínimo, interesantes: manchas en la pared con vida propia, comportamientos extraños, cotidianeidad aterradora, maquillajes que ocultan más de lo que parece, hadas oscuras, festines nada apetecibles, gitanos nucleares, islas perdidas, medusas, muertos vivientes, hombres revenidos, la cordura rebasada por artistas desquiciados, monstruos clásicos revisitados, parejas imposibles, gatos diabólicos, dentistas de vampiros, dimensiones paralelas...
Hoy día, el miedo, el terror, es compañero de viaje diario nuestro. Con esas televisiones partidistas, esos gobiernos enseñándonos a temer a un enemigo oculto, a una amenaza intangible, a un enemigo entre las sombras, capaz de erradicarnos de la faz de la Tierra en un abrir y cerrar de ojos (en lo que tarda en descender un avión o en apretarse el botón de un detonador).
Ya casi no hay hueco para el terror decimonónico de corte poético, ni para los dioses primigenios. El miedo ya no nos sirve como experiencia catártica. Hoy no. Hoy sirve como experiencia de sumisión. Pero sí que hay hueco en nuestras vidas para el terror. Pero mucho espacio para el horror que no debería existir y poco, por desgracia, para el que transmiten libros como este.
Léanlo, y que ustedes lo "sufran" bien.
"De lo que tengo miedo es de tu miedo."
William Shakespeare