Buenas tardes, espero que estén bien. Esta es la última entrada del año, nos despedimos con un cuento corto.
Pero para que no se queden sin nada que leer, terminé de publicar todo el primer capítulo de Brujas Anónimas, allí tienen para entretenerse.
Por último, quiero aprovechar para desearles unas Felices Fiestas. Espero que pasen una muy linda Navidad, en familia, y un excelente Año Nuevo. ¡Mis mejores deseos!
Aquella cosa
Estaba inmóvil. Se había quedado así cuando aquella cosa entró en la casa. Apenas la oyó moverse, arañando el piso, supo que venía. No estaba solo, pero sí. Sí, estaba indefenso frente a ella. Lo oía moverse en la otra habitación, y no podía hacer más que contener la respiración.
Se quedó pensando en cómo había sucedido aquello. ¿Acaso había dejado la puerta abierta? ¿La ventana? Repasaba sus acciones de esa mañana una y otra vez. ¿Dónde se había equivocado? ¿O acaso era inevitable que viniera por él?
Los suaves pasos se alternaban con chirridos calculados. Él seguía paralizado, mirando el arco de la puerta que conectaba con la otra pieza. Podía ver la sombra de aquella cosa alargarse, estirarse, llegar hasta sus pies, y aun así él no se movía.
Poco después la vio avanzar hacia él, con paso confiado y zigzagueante, con la seguridad de tener a su presa segura. Él la observaba impasible, casi con resignación, si no fuera por el miedo que le corría por la garganta.
Sintió el calor sobre su pierna, el roce de la piel erizada, y un maullido de complacencia…
¡Por Dios, cómo odiaba a la gata del vecino!
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