Uno de los grandes problemas de la convivencia en libertad es el afán de aplicar criterios morales rigoristas a las discrepancias que hay entre las personas. No se pierdan
El otro no es un criminal. Ni un demente. El otro piensa diferente. Y en un estado de derecho, siempre dentro del respeto de todos a la ley y las minorías, su opinión ha de ser tenida en cuenta.
El problema es cuando una parte se cree arrogantemente superior a la otra.
PS: floja la nueva temporada de Expediente X... la reflexión el otro día de Benito Arruñada a este respecto.