Revista Insólito

Aquellas otras Navidades

Publicado el 11 diciembre 2024 por Monpalentina @FFroi

Aquellas Navidades en el pueblo cuando chavales, gozaban para nosotros de un gran encanto rayano casi en la magia; donde la nieve casi permanente, los días de vacaciones, el montaje del Nacimiento en la iglesia y en las respectivas casas, los Reyes Magos, los villancicos...; los días de fiesta, en definitiva, que se vivían por todo el pueblo, eran la noticia casi diaria de aquellos días. Y nosotros tan felices en medio de aquel ambiente de fiesta, sin tener que ir a la escuela y poder disponer de todo el día, en la práctica, para nuestras correrías por el pueblo de acá para allá en plena libertad. Y como, además, contábamos con la nieve como nuestra invitada especial, teníamos otro elemento más a nuestra disposición para nuestra diversión; donde la construcción de un gran muñeco de nieve en las eras y la entretenida guerra de bolas de nieve andaban siempre a la orden del día.

Aquellas otras Navidades


Todo a nuestro alrededor sonaba a Navidad, aunque todavía no se hubiese inventado el decorar las calles y las casas con cientos de luces de múltiples colores; ni por supuesto el árbol de Navidad como elemento decorativo de los hogares. Tan sólo se estilaba el Nacimiento en la intimidad de las casas; así como el que se colocaba en la iglesia, en el que nosotros, los chavales, teníamos también nuestra participación, que consistía en buscar en el campo el musgo más vistoso para que luciese mejor el Nacimiento. Del que también nos preocupábamos de que los tres Reyes Magos a bordo de sus camellos estuviesen colocados en todo momento en el camino hacia el Portal.

En el contexto de los actos de Navidad, aparte de las reuniones familiares en torno al día de Nochebuena y al día de Nochevieja, nos gustaba especialmente el ambiente de la Misa del Gallo, las solemnes misas del día de Navidad y de Año Nuevo y, sobre todo, la del día de Reyes; en cuya víspera, la noche se nos había hecho especialmente larga esperando a sus Majestades y los juguetes y demás regalos que podían habernos dejado sobre unos zapatos particularmente limpios y brillantes para la ocasión.

Y como lo bueno, sabíamos que se acaba siempre más bien pronto, los días de las vacaciones de Navidad de aquel año estaban a punto de finalizar y era preciso que en aquel poco tiempo que aún nos quedaba, nos empleásemos a fondo en los últimos juegos, tanto en la calle con los amigos, como en nuestras propias casas con los juguetes de los Reyes de aquel año.

Porque, al día siguiente, el regreso a la escuela marcaría indefectiblemente el final de aquellas vacaciones de Navidad tan especiales. Pasaron los años, uno a uno desde aquel entonces, muchos ya en realidad; y desde la actualidad de nuestro hoy cercano, vaya el deseo de una muy


¡FELIZ NAVIDAD! para todos los lectores de Curiosón.


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