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Aquí empieza nuestra historia, por Tobias Wolff

Publicado el 06 octubre 2010 por David Pérez Vega @DavidPerezVeg
Aquí empieza nuestra historia, por Tobias WolffEditorial Alfaguara. 466 páginas. 1ª edición 2008; 2009, ésta en español.
Aquí empieza nuestra historia es el octavo libro publicado por Tobias Wolff. Antes había escrito tres libros de relatos: De regreso al mundo, Cazadores en la nieve y La noche en cuestión; dos novelas autobiográficas: Vida de este chico y En el ejército del faraón; y dos novelas de ficción: Ladrón de cuarteles y Vieja escuela. Los he leído todos. De hecho, el último, Vieja escuela, lo hojeé en Londres durante un viaje en Semana Santa y no pude esperar a la traducción. Lo leí en inglés, con todas mis limitaciones. Durante bastante tiempo Wolff ha sido uno de mis escritores favoritos, tras leer Aquí empieza nuestra historia lo sigue siendo.
Aquí empieza nuestra historia es un conjunto de 31 relatos, de los que 21 son una recopilación de libros anteriores y 10 son nuevos.
Recordaba bastantes de los cuentos seleccionados de los libros anteriores; algunos no me sonaban al empezarlos, pero al avanzar recordaba su conclusión o alguna escena suelta, algún otro se me había olvidado por completo.
En la selección están algunos de los que estimo como los más destacados cuentos de Wolff, Cazadores en la nieve, El mentiroso, El hermano rico, Leviatán o Avería en el desierto, 1968… algunos de los mejores cuentos que he leído nunca, verdaderas obras maestras del género. Wolff comenta en un pequeña introducción que ha realizado cambios en los relatos; la verdad es que después de tantos años tendría que releer las ediciones originales en España para encontrar alguna diferencia. Los cuentos eran como los recordaba o como creía recordarlos.
Extrañamente también me he encontrado con alguno de los que consideraba los cuentos más flojos de Wolff, como Una bala en el cerebro, que parece un chiste de escritores sobre críticos literarios.
Y me ha resultado más extraño aún no encontrarme con alguno de mis cuentos favoritos, no ya de Wolff sino de la literatura en general. El título del libro Aquí empieza nuestra historia es el título de un cuento del volumen De regreso al mundo, uno de los mejores cuentos que he leído nunca, un cuento que debería saberse de memoria cualquier aspirante a escritor. Una de las mejores metáforas sobre la magia y el poder de la literatura.Otro relato que yo aprecio bastante y que no está en la selección: La persona desaparecida.
Según terminaba el libro he vislumbrado una hipótesis sobre el criterio de selección de Wolff. Los cuentos nuevos en general me han gustado menos que los antiguos, y de los antiguos me gustan más los de las dos primeras colecciones, De regreso al mundo y Cazadores en la nieve que los de La noche en cuestión. De este último libro hay más relatos seleccionados que de los otros, y los nuevos se parecen más a ellos.
En los dos primeros libros de relatos Wolff crea personajes y nos presenta unas escenas sin solución, un punto clave en la vida de una o varias personas. Los cuentos no tienen nudo ni desenlace, son chejovianos puros. Para mí su fuerza poética es muy potente, así como la intensidad que cobra lo no contado.
En La noche en cuestión y los cuentos nuevos de Aquí empieza nuestra historia, Wolff crea cuentos más cerrados, más historias de nudo y consecuencias, lo que hace que resulten más artificiosos; que se les vea más el truco, en resumen.
Aún así, en La noche en cuestión, hay piezas más que notables, como El otro Miller o Smorgasbord (otra obra maestra); y también los hay por supuesto en los nuevos, con relatos como Una biblia blanca, Ruiseñor, El beneficio de la duda o Beso profundo.Este último comentario, con un cariz casi negativo, sólo es un intento de crear categorías dentro de un conjunto muy sobresaliente de cuentos. Wolff posiblemente sea, junto con Alice Munro, el máximo representante del cuento realista en inglés.
En los nuevos cuentos, Wolff emplea un recurso no usado hasta ahora: el uso de interjecciones y “palabras malsonantes” en el texto. Deja de lado el lenguaje (normalmente en tercera persona) poético y funcional, y la voz narrativa se acerca más al lenguaje y al estado de ánimo del personaje. Por ejemplo: “contuvo su rabia lo suficiente para agarrar el puto plano sin partirlo en pedazos” (pág 416, cuento Ruiseñor). ("el puto plano" señor Wolff, ¿qué está pasando con su lenguaje?). También como novedad temática aparecen las nuevas tecnologías: e-mails en vez de llamadas telefónicas (señor Wolff ¿no se irá a hacer ahora afterpop?), y nuevas realidades sociales: la mujer soldado, la homosexualidad en el ejercito, la guerra de Irak… y lo más interesante: el narrador, normalmente alguien con problemas familiares relacionados con hermanos o padres, ahora se centra en la relación de los padres con sus hijos (el tiempo tampoco pasa en balde para Wolff)
También durante la lectura del libro se me han ido ocurriendo algunas diferencias entre los cuentos de Tobias Wolff y los de Raymond Carver:
1) Los personajes de Carver son de clase social más baja que los de Wolff. En Carver la mayoría de los conflictos son económicos, en Wolff hay más conflictos familiares, o debidos al simple paso del tiempo y la mecánica de los recuerdos.
2) En Carver la fuerza de la historia oculta es más importante en el desarrollo del relato que en Wolff. Por tanto la epifanía final del relato cobra más importancia en Carver que en Wolff.
3) Wolff se sirve de un recurso menos usando por Carver: Wolff connota estados de ánimo con condiciones atmosféricas; en Wolff llueve más, hay niebla, nos perdemos en la ventisca, nos morimos de calor...
4) La importancia de la infancia y adolescencia sobre los personajes es más importante en Wolff que en Carver.
Tobias Wolff, uno de mis escritores favoritos. Todo el mundo que desee ser escritor debería leer Vida de este chico, una de las más hermosas lecciones vitales que he encontrado nunca; que cuenta además con la dedicatoria más terrible hallada en un libro, (cito de memoria): “Dedicado a mi padrastro, que siempre me decía que con todas las cosas que yo no sabía se podía escribir un libro; pues bien, aquí está”.

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