Confieso que conocí a Georgette Heyer hace muy poquito, gracias a la reseña que Mónica Gutiérrez realizó sobre la novela Aquí hay veneno, y también confieso que, desde que la he leído, he estado preguntándome cómo es que no había oído hablar de ella antes.
No me ruborizo por mi ignorancia. La vida no da para saber todo lo que uno desea, pero, desde luego, me alegro de que esta autora no haya quedado entre mis “desconocidos”. Una escritora que, al parecer, se movió sobre todo en el género romántico, pero que también supo construir historias del tipo Whodunit como la que nos ocupa: una gran novela tanto desde el punto de vista policíaco como desde el punto de vista de la crítica social.
Aquí hay veneno
Datos del libro
- Nº de páginas: 288 págs.
- Encuadernación: Tapa blanda
- Editorial: S.A. SALAMANDRA (PUBLICACIONES Y EDICIONES SALAMANDRA)
- Lengua: CASTELLANO
- ISBN: 9788498381542
Ambientada en el Londres noble de los años 30, la novela presenta un caso de asesinato del tipo Whodunit. Con sobrado dominio del género, Georgette Heyer sabe cómo ir plantando misterio, pistas que desconciertan y sospechas a lo largo de toda la novela a fin de conducir de manera inteligente tanto al inspector Hannasyde, encargado de la investigación, como al lector a través los ingeniosos vericuetos que plantea una novela policíaca magníficamente construida.
Georgette Heyer mantiene el pulso con maestría en cada página, presenta un desarrollo a lo largo del cual no baja la guardia ni un momento, algo que el lector no puede sino agradecer a la escritora, y alcanza el final con la resolución de un caso en que el que el asesino no era el esperado.
Crítica a la alta sociedad
Pero es que en Aquí hay veneno, Heyer, además, presenta una ácida crítica de la clase alta londinense a través de los miembros de una familia, a cada uno de los cuales hay que echar de comer aparte por motivos diversos.
Entremezclada con diálogos llenos de sarcasmo que arrancan la sonrisa del lector, Heyer introduce la disfuncionalidad de una familia que no se aprecia, pese a ese giro final de Randall en el que la sincera preocupación por mantener a salvo la integridad familiar no resta ni un ápice a la cruel causticidad con que trata a los miembros que la integran.
Los personajes
Cumplen la función que Heyer les ha encomendado.
Por un lado, y a través de un comportamiento descabellado, todos los personajes de Aquí hay veneno arriman el hombro para hacer que la historia avance. La palabrería de la tía Harriet, los miedos de Stella, la inconsistencia de Guy y la falsa piedad de Zoe, junto al malhumor de Gertrude y los deslices de su marido, darían para una tesis doctoral en psicología. Y es que la naturaleza de cada uno de ellos está sabiamente escogida para que, con cada palabra que pronuncian, la novela se mueva hacia delante.
Si a todos ellos, además, añadimos la perla en la que ha transformado al primo Randall, sólo puedo admirar la capacidad de Heyer para crear unos personajes auténticos, divertidos y, como propina, especímenes singulares de una fauna más que peculiar. Algo de lo que se vale la autora, por otro lado, para cumplir con la segunda tarea que les ha confiado: la de, como ya se apuntó más arriba, realizar una crítica acibarada de la clase alta londinense.
Lo que no me creo
Y, a pesar de todo, hay un par de lunares en la novela que me han decepcionado.
Por una parte, la sospecha de Gertrude Matthews de que su hermano Geoffrey ha sido asesinado no se sostiene. La pericia con que Heyer conduce la novela falla estrepitosamente en este caso. La escritora no ha sabido cómo introducir la existencia de un crimen.
El otro lunar es (atención, spoiler) la relación amorosa entre Stella y Randall con que acaba la historia. Nada ha hecho presagiar, a lo largo de la novela, que entre estos dos primos acabaría surgiendo el amor. Por eso, el abrupto cierre feliz es más patético que venturoso y, desde luego, inverosímil por completo.
Pese a todo: recomendable. Divertida, cáustica y, sobre todo, policíaca. Una extraordinaria lectura para los enamorados del género.
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