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14 de mayo de 1994
«Aquí se vienen los desbordes sociales»
Semanario: El Siglo – Chile
El 14 de mayo se cumplieron los 25 años de una reunión en pleno campo, en Punta de Vaca, cuando Argentina ya vivía bajo régimen militar. Allí, rodeados por la policía, se juntaron jóvenes argentinos y también chilenos, para debatir sobre los problemas de los convulsionados años sesenta. Sería la cuna del Movimiento Humanista. Protagonista de aquel encuentro y su mentor principal, Mario Rodríguez, más conocido como Silo, está de visita en nuestro país para presentar su último libro, «Cartas a mis Amigos». Muchas cosas han ocurrido en este cuarto de siglo que media entre la reunión de Punta de Vaca. Sobre muchas de ellas reflexiona en esta obra, donde expone su teoría social: sobre la revolución, el capitalismo, las fuerzas armadas, la caída de los socialismos reales.
Se le ve optimista y ríe de buena gana cuando se acuerda de la entrevista que le hiciera un canal de televisión chileno, la noche anterior:
«El periodista me dijo que el Movimiento Humanista se había formado en la clase alta y esbozó la teoría de que estábamos en convivencia con el Partido Comunista. A nosotros se nos habría asignado la tarea de destruir a la clase alta. Una teoría folklórica extraordinaria».
Poniéndose serio, decide abordar el tema, sin embargo.
«La verdad de las cosas es que el Movimiento estuvo conformado por clases medias y clases bajas. Que hubiera elementos de las clases altas, bueno, bienvenidos, pero no fue un movimiento elitista en ningún momento. De hecho, nos encontramos con los compañeros comunistas, del MIR».
El Siglo: No era elitista, pero tampoco era de masas.
Silo: No, no. Qué iba a ser de masas. No estábamos en condiciones, recién estábamos en el huevo.
ES: ¿En qué momento se produce el salto para que se transforme en un movimiento mayor?
Silo: Antes de eso fue necesaria una acumulación, la que está teñida por la persecución de los regímenes militares en Chile y en Argentina. La gente va a la cárcel, nos ametrallan compañeros, algunos caen en prisión y se les da la alternativa de salir al exilio. Esa gente que sale de estos dos países es la que va a Europa, básicamente Italia y España. Allí se abren en un activismo muy grande para tratar de conectar con la gente de allá. Así empieza a crecer el movimiento.
ES: ¿Cómo veían ustedes el proceso que se vivía en Chile?
Silo: Era una catástrofe. Había pasado en Chile, pero en ese tiempo ya se veía un aluvión de signo militar en toda América Latina. Al Departamento de Estado norteamericano no le daba para enfrentar la protesta, el guerrillerismo, los cambios en las estructuras económicas. En Argentina existía un poderoso movimiento obrero, los llamados gremios combativos, y empezaron a barrerlos, a desarticularlos. No estoy hablando de los sindicatos domesticados, amarillos, que por supuesto respondían al régimen. La catástrofe que se dio en Chile, la entendíamos en el contexto de América Latina.
ES: ¿Podría precisar qué puntos esenciales lo diferencian y explican el surgimiento del movimiento humanista, existiendo en la época corrientes fuertes que se planteaban los mismos problemas?
Silo: Con el guerrillerismo nosotros teníamos la siguiente tesis: al mismo sistema le interesa canalizar a ciertas fuerzas en la acción directa para luego justificar su represión y el asentamiento de regímenes militares. Por eso, desde un comienzo estuvimos por la no violencia. Por supuesto, la gente de los grupos guerrilleros nos consideraban desviacionistas o pacifistas estúpidos.
LA EXPERIENCIA DE SALVADOR ALLENDE
ES: ¿Y qué pensaban de la gente que no se planteaba la acción directa? Por ejemplo, la propia experiencia del Gobierno de Salvador Allende.
Silo: Francamente lo veíamos jaqueado. Era una experiencia muy interesante, de democracia plena. A través de las urnas se había logrado crear pre-condiciones para un cambio. No se pudo. Pero francamente creíamos que habría un golpe militar.
ES: Una discusión muy de fondo en Chile es acerca de la inevitabilidad del golpe militar. ¿Qué opina al respecto?
Silo: A nosotros nos parecía inevitable. De todos modos, la consecuencia de Allende, conceptual y humana, es meritoria y no se puede descartar. Pero no le veíamos salida. Son esas situaciones históricas donde igual se da un paso hacia adelante. Además, los procesos históricos no terminan con la anécdota, en este caso adversa. ¿Qué hubiéramos hecho nosotros? Creo que nada mejor que lo que hizo Allende. Y al decir Allende digo toda la U.P.
ES: Una pregunta especulativa: si en ese tiempo hubiera existido el Partido Humanista en Chile, ¿habría pertenecido a la U.P.?
Silo: Ah, sin duda habríamos pertenecido a la U.P. Aún con la conciencia de que habríamos tenido problemas. Sin duda.
EL MUNDO ESTA EN UN CUELLO DE BOTELLA
ES: En el libro que usted acaba de publicar en Chile, «Cartas a mis Amigos», realiza un análisis de la actual situación de la humanidad. Se observa una mayor preocupación por direccionar la actividad humanista hacia la transformación social. ¿Por qué se llega a ésto?, ¿por qué ahora y no antes?
Silo: Creo que el mundo está llegando a un cuello de botella. Este sistema se abalanza hacia una crisis que no será sólo de este sistema sino que nos arrastrará a todos. Ese es el problema. Acá se ha instalado un sistema, el neoliberal, que sigue extremando sus medidas, sigue empobreciendo a los pueblos y a regiones completas. No se trata de que el sistema vaya a sufrir un colapso y nosotros, felices, nos haremos cargo de la situación. No, esta crisis compromete a todos.
ES: ¿Esto implica una transformación interna del Movimiento Humanista?
Silo: El Movimiento Humanista consideró siempre el cambio como algo importante y a lo cual siempre se aspiró. Nunca tuvimos la pretensión de mantenernos en un mismo estilo, sino que aspiramos a transformarnos de acuerdo a los cambios sociales. No cabe duda que nos estamos transformando.
ES: ¿Hasta qué punto este avance del Movimiento Humanista hacia estos temas está gatillado por el fracaso de un modelo de construcción del socialismo?
Silo: Estamos entre amigos así que lo puedo decir con toda honestidad y sin ningún tipo de cálculos: nosotros creíamos que se iba a producir un colapsos en el Este. No por el modelo económico que planteaba el socialismo, sino básicamente por un problema estructural. Veíamos que las estructuras de poder montadas por el socialismo real eran rígidas y había que modificarlas urgentemente. Segunda cosa: en su ánimo por lograr un mundo mejor y con posibilidades para todos, en muchos caso se había llegado a suprimir la diversidad, que se aplanaran el tema de las etnias, la religiosidad, las colectividades, las diferencias culturales, en pos de lograr una nueva sociedad. Pero nos parecía que eso traía muchas dificultades. Nosotros no consideramos la diversidad como un elemento antagónico con ese objetivo. Lo importante es que la diversidad sea convergente. Ahora, la experiencia dolorosa del fracaso de ese modelo ha liberado enormes posibilidades para un nuevo paso. Los movimientos progresistas están en este momento en condiciones de comprender y encarar una nueva política de convergencia de lo diverso, alejándose de la idea de uniformar las cosas. No creo que la gente progresista esté considerando al que es diferente como antagónico. Eso es muy importante. Es lo que abre un diálogo hermoso y fecundo con distintas corrientes. Por ejemplo, si la vieja idea de los frentes populares no tiene un trasfondo hegemonista, sino que, efectivamente como método, como acción, hagamos una convergencia de fuerzas, en que ojalá exista la diversidad, vamos a enriquecer al movimiento popular. En este tiempo creo que las cosas se están sintiendo genuinamente en este sentido, y no como una mera especulación táctica.
LA REVOLUCION DEBE PARTIR POR LA BASE SOCIAL
ES: Es claro que en Chile existe una experiencia como la que describe, de convergencia del humanismo con el marxismo.
Silo: Eso está funcionando bien en distintas partes del mundo. Los humanistas estamos aprendiendo, recuerde que somos un movimiento joven y tenemos mucho que aprender. Pero el encuentro con los marxistas es absolutamente fecundo. Nosotros hemos tenido diferencias teóricas con el marxismo y eso no nos parece mal. Que estemos equivocados o no, ese es otro problema. Pero postergamos esas diferencias porque es más lo que nos une que lo que nos separa.
ES: Quiero volver atrás. El diagnóstico que usted hace, a muchos, incluyendo socialistas renovados, les parece catastrofista…
Silo: Apocalipsis de fin de siglo, dicen…
ES: ¿Cómo se enfrenta este momento, realistamente?
Silo: Yo creo que hay que producir una acumulación de fuerzas y poner al centro el tema de la supervivencia. Ya no es el problema de una clase, no es el problema de una burguesía dominante que hay que excluir para hacerse cargo de la situación. Es un problema que nos arrastra a todos. La suma de fuerzas hay que hacerla sin discriminación de ninguna especie. Por otra parte, reconozcámoslo, las condiciones en el proletariado han cambiado, un tema que el movimiento popular quizás no analizó a tiempo. No estamos en un cuadro donde el proletariado esté en las industrias básicas. La base del proletariado está en una situación de rombo, porque dentro de ella han surgido diferencias de estrato que le han hacho perder toda homogeneidad. El movimiento sindical está fragmentado, con el amarillerismo de las cúpulas, donde la gente no se siente representada en absoluto.
ES: Pero en los ejemplos que nombró, Chiapas, Santiago del Estero, etc., se puede observar una diversidad de sectores pobres que despliegan una gran carga de violencia contenida, ¿ésa no será una característica de las transformaciones en el futuro, que inevitablemente contengan esos rasgos?
Silo: Creo que sí, no estamos en desacuerdo.
ES: ¿Y eso no se contradice con los postulados doctrinarios del humanismo?
Silo: No se contradice el hecho de que los más necesitados vayan a la delantera. Hay sí diferencias en el análisis de cómo se abordan estos fenómenos. En lo cual no queremos colisionar ni abundar, porque no ayuda. Pero en cuanto a que son los oprimidos los más interesados en cambiar las actuales condiciones, de eso no nos cabe la menor duda. Por eso creemos que debemos reconstruir el tejido social en la base y no andarse preocupando tanto de quién va a ser senador o diputado. Todas estas estructuras, que no son controladas ni por los presidentes, ni los diputados, ni los senadores, porque ellos están siendo empleados de la banca internacional. Creo que desde la base vecinal, laboral, estudiantil, debemos iniciar la reconstrucción del armado social. Sé que hay ciertas corrientes que no han perdido ese impulso, pero otras sí, se han alejado absolutamente de su base social, hay sectores que han desertado y se han hecho cada vez más cupulares. Eso es lo que le ha pasado al Partido Socialista Obrero Español.
ES: En la Séptima Carta del libro, usted se extiende sobre el tema de la revolución social. Allí se establece la necesidad de conquistar el poder político, ¿qué significa eso en las actuales condiciones?
Silo: Conquistar básicamente la comuna. Se dirá que éste es un planteamiento muy mínimo, pero es la estructuración de la base social la que va a decidir a la hora del colapso del sistema. Además, creo en la potencia del efecto demostración en una sociedad de masas. Allí donde se produzca una experiencia exitosa, que la gente vea que es un paso adelante, creo que tiene capacidad de contaminación a otros lugares. No se trata de esa cosa laboriosa, de siglos, sino que se pueden precipitar situaciones de desestructuración muy grandes pronto.
ES: Pero esa experiencia no resuelve el problema del poder. Puede crear condiciones, hacer conciencia, nada más.
Silo: Es que ahí estás pensando que esa experiencia exitosa se da mientras el sistema sigue incólume. No creemos en el voluntarismo de un pequeño fenómeno, sino en la medida que se desestructure el sistema, pueden hacerse más potentes y ser una referencia a los conjuntos sociales. Son procesos simultáneos. La unión de las fuerzas progresistas debe empezar por el encuentro y la acción común en la base.
ES: ¿Eso implica una subestimación del acceder a cargos de representación dentro de la institucionalidad?
Silo: De ninguna manera. No hay que desaprovechar nada. Pero la mirada del militante debe estar en la organización de base.
LA ALTERNATIVA FRENTE A LA CRISIS
ES: ¿Y cuál es la alternativa frente a la crisis?
Silo: Antes la gente tenía dos alternativas. Una de ellas, el socialismo, sufrió un serio revés. ¿Y qué va a pasar cuando falle la alternativa capitalista? Se le está diciendo chantajistamente a la gente: «apoyen nuestro sistema neoliberal, porque no hay otra alternativa». Pero al sucumbir una de las alternativas, existen todas las posibilidades para que surja algo nuevo. Si sucumbe el capitalismo, no es el fin, sino el comienzo. También están con la idea de que este sistema es perfectible: si usted no está de acuerdo, participe porque esas cosas irán cambiando. Nosotros creemos que este sistema no es perfectible, no se trata de luchar desde adentro, sino desde la base del pueblo.
ES: A esa posición en Chile del Partido Humanista se la calificó como una radicalización.
Silo: Es una consecuencia del planteamiento del Partido Humanista. No es que le tenga miedo a la palabra, pero se trata de un fenómeno al que se le pueda seguir muy bien su línea en nuestros planteamientos.
ES: ¿Y cual es la propuesta humanista en el terreno económico?
Silo: Hay que considerar que el empresario está en jaque. Hoy todo lo está controlando el gran capital financiero, la banca. Cualquier empresario tiene que ir de rodillas al banco a pedir crédito. La mayoría está convertido en subsidiario del gran capital financiero. Aquí se tienen que establecer nuevas relaciones entre el capital y el trabajo, que debe ir en beneficio de ambos. No lo planteamos como una lucha frontal entre todo el capital y todas las fuerzas del trabajo, sino que le decimos: a ustedes también los van a liquidar.
ES: Pero esa propuesta, ¿no aparece como planteada desde dentro del capitalismo?
Silo: Nosotros no lo planteamos desde dentro del capitalismo sino desde las condiciones que se van dando hoy. Si el pequeño productor, el pequeño empresario va tomando conciencia, entonces bienvenidos sean.
ES: Para instaurar una sociedad humanista, en el sentido que lo han planteado distintas corrientes, ¿no es una contradicción antagónica la existencia del capital y de la explotación que éste genera?
Silo: Todas estas etapas son de transición, no de finalismo histórico. Debemos transitar por esas etapas imperfectas. No creemos que ése sea el ideal de una sociedad humana universal.
ES: Este esfuerzo humanista por desarrollar las fuerzas del pueblo, y sumado al hecho de que un proyecto socialista no está definido, sino en construcción, ¿no los hace sentir que están aportando a la construcción de ese proyecto?
Silo: Sin duda. Nos estamos animando en esa dirección. Y también estamos animando a los que vienen de otras corrientes de pensamiento a construir un nuevo modelo teórico.
ES: En Chile se ha creado una instancia de entendimiento, la Mesa de Acción Común, donde convergen humanistas, comunistas, otros sectores de izquierda, cristianos, ¿cómo valora esta iniciativa?
Silo: Absolutamente positiva. Hay que fortalecerla, lo que me parece está en el ánimo de todos. Pero también hay que desarrollarla a nivel de base y de la acción social. Eso crea una corriente de confianza enorme, al verse las militancias trabajando de conjunto en la base social. Eso crea buenos compañeros.
ES: Siendo también una experiencia nueva para la izquierda tradicional, el Silo de los años sesenta, setenta, ¿se imaginó estar sentado con los comunistas, pensando cómo construir una sociedad mejor?
Silo: No me imaginé estar sentado con los comunistas pero sí lo aspiré. Qué bueno que pudimos entendernos, ahora se trata de decir qué bueno que estemos juntos.
Por Bibliotecario|mayo 14th, 1994|Categorías: ENTREVISTAS|Etiquetas: 1994, Crisis, Santiago de Chile|Comentarios desactivadosen Aquí se vienen los desbordes socialesÍndice
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